Puigdemont defrauda a los independentistas

Firmó la declaración pero pidió su suspensión.

Tras el discurso solemne ante el Parlament de Cataluña, Carles Puigdemont, señaló que a pesar de que «Cataluña se ha ganado su derecho a la independencia […] pido a este Parlament suspender» su aplicación. En un acto, sobre todo, simbólico, firmó la declaración de independencia, si bien, como ya había anunciado durante su discurso, pidió al Parlament que suspendiera sus efectos. Por tanto, una independencia en diferido.
Con la CUP en contra, pero aplaudido por los diputados de Junts pel Sí, y refutado en cualquier caso por los partidos constitucionalistas, el President culmina así su ruta secesionista, aunque pretende abrir una vía de diálogo.
La sesión se inició pasadas las siete de la tarde, casi hora y cuarto más tarde de lo previsto. «Comparezco a petición propia después de los resultados del referéndum del 1 de octubre», comenzó Puigdemont. «Vivimos un momento excepcional». Tratando de hacer extensivo el problema, afirmó que no es un asunto doméstico, sino que «es un asunto europeo», aunque reconoció que había una «necesidad imperiosa de frenar la escalada de tensión».
En defensa de las manifestaciones independentistas y, sorprendentemente, en defensa de la realizada por la unidad de España, Puigdemont señaló el «respeto por el que piensa distinto».
«Estamos aquí porque el domingo 1 de octubre Cataluña celebró el referéndum de autodeterminación», defendió, al tiempo que criticó los «violentos ataques policiales».
Puigdemont despreció en su discurso la fuga de grandes empresas diciendo que no afecta a la economía de Cataluña y lo único que hace es contribuir a confundir el ambiente.
Criticó las inhabilitaciones y las multas, tanto de los tribunales ordinarios como por parte del Tribunal de Cuentas. Así como criticó la detención de 16 cargos del gobierno de Cataluña.
Recordó que «en 2005, siguiendo los procedimientos marcados por la Constitución, el Parlament aprobó un Estatut y que desató una oleada de catalanofobia». Un Estatut que, recordó, fue recortado por el Tribunal Constitucional, convirtiendo la propuesta catalana «en un texto irreconocible». «Una humillación», remarcó.
«Los últimos 7 años han sido los peores de los últimos 40», sentenció. Por ello dijo: «los ciudadanos han llegado a la convicción de que la única solución es que Cataluña se constituya como un Estado».
En un momento de su discurso cambió de idioma y pasó a hablar en español. «No somos unos delincuentes, no somos unos locos, no somos unos golpistas, somos gente normal que pide poder votar».
«Cataluña se ha ganado el derecho a ser un estado independiente. Las urnas dicen sí a la independencia», sentenció.
Puigdemont, por ello, señaló que «asumo que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de República». Sin embargo propuso al Parlament suspender la declaración de independencia con el fin de abrir conversaciones para desescalar la tensión. «Un tiempo para abrir diálogo con el Estado español», propuso.
Un Parlament protegido por los Mossos de Escuadra y rodeado de activistas convocados por Jordi Sánchez (ANC) y Jordi Cuixart (Òmnium). Una situación límite que lleva a la democracia catalana a eliminar de su acervo el Estatut, la Constitución y la ley.
El mismo día que la Guardia Civil había pedido al juez la intervención de las cuentas, tanto de la ANC como de Òmnium Cultural, fruto de las investigaciones realizadas por la seguridad del estado.

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