“¡A POR EL BUENISTA!”, por Carlos Mª Bru Purón.

Carlos Mª Bru Purón.

Se ha hecho cotidiana -y recalcitrante- la etiqueta de “buenista” para todos quiénes -tildados de tal- osan enfrentarse al orden establecido, justo o no.

Como porteador del “buenismo”, el imputado incurriría en un pecaminoso proceder que los conservadores británicos ya denunciaron como do-gooder.

El “buenismo” pululaba en nuestras charlas, pero tardó en ser acogido por la RAE, cuya edición de 2015 lo introdujo con cautela: “Actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia”. (Nuestra Academia salió por la tangente, el epíteto de “buenista” apedrea con mayor virulencia, al así llamado se le imputa socavar nuestros valores).

¿Están esos valores a elogiar y -en su caso- defender, tan sólo representados por vocablos tales como “bondad”, “caridad” … pero que cuando, un paso más, inciden en “solidaridad” (en lo social) o “sostenibilidad” (en lo climático), son ya vituperables?.

Sí, porque quedan investidos del ropaje verbal a la medida: “buenismo”, encarnación del mal.

Veamos -entre otros muchos- un reciente ejemplo de esa estrategia. En el exitoso, y por varias razones, encomiable libro de que es autor el Coronel de Reserva Pedro Baños, “La encrucijada mundial”[1], se dedican abundantes páginas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -hoy integrados en la llamada Agenda 2030-, aprobados con 193 votos positivos en la Asamblea de Naciones Unidas de Septiembre de 2015. Pues bien, el autor comenta positivamente algunas propuestas, pero no es remiso en tachar de “buenista” un “progresismo anclado en ideologías trasnochadas”[2], una “ideología del globalismo” del que “la izquierda y la extrema izquierda se han apoderado (…) convirtiéndola (la Agenda 2030) en una bandera, que les sirve para arroparse ideológicamente, a falta de mejores luchas que emprender”[3].

Sin que en dicho autor -siempre matizadamente, como corresponde a una obra de alta calidad- se minusvaloren curiosas imputaciones de “masonerismo” u oposición  “al modelo de vida occidental”[4] dedicadas a la Agenda por otros comentaristas.

Y si pasamos al análisis individualizado de referidos 17 objetivos y su desenvolvimiento en 169 metas, la tan mencionada obra del Coronel Baños nos habla de una “nueva religión”, la “cooperación internacional”, respecto de la que es duro en su crítica,  por entender que la ONU a su vez protege “grandes multinacionales que antes eran conocidas por su voracidad” hoy rescatadas por la Organización; y que “buena parte de las izquierdas que hace un par de décadas protestaban contra los poderes globalistas, como el G7 y el Foro de Davos, ahora las aplauden bajo la mágica transformación realizada bajo la Agenda 2030”[5].

(Una nueva artimaña derechista, resucitar colosos lejanos y por tanto inasibles – ahí Soros, Sachs, foros Bilderberg, , etc.- como autores únicos de injusticias próximas,  siendo en gran parte responsabilidad de nuestros poderosos de acá, Y evade el autor el hecho de la, necesaria para el progreso,  adjunción de ciertos poderes fácticos, sobre todo económicos, en todo caso sujetos a un Derecho en continua formación, hoy proactivo, mañana coactivo y por tanto delimitador de excesos).

Y en su crítica a susodicha Agenda, se refiere a un “supuesto derecho de migrar (…) fuente de problemas como la marginalidad, (…) la inseguridad e incluso el terrorismo”[6]. O conculca la previsión de migraciones consecuencia del cambio climático, denunciando la “destrucción de los valores occidentales, en beneficio de una posterior hegemonía global”[7].

O recae en la más facilona demagogia, como cuando asevera: “no deja de ser hipócrita que los teóricos mayores combatientes contra el cambio climático viajen en jets  privados hasta Davos o las cumbres medioambientales”[8].. Más aún, cuando se lanza a “aventurar (…) que habrá quien siga defendiendo a ultranza la Agenda 2030, más que por cuestiones filantrópicas y humanitarias, por intereses personales y razones meramente prácticas, pues aquella será ya su modo de vida”. (¿Adiós ONGs?).

Acabáramos con repetido texto: <<(…) se ha demostrado que el buenismo es sumamente pernicioso para la evolución personal y para la convivencia social, por lo que debe ser neutralizado y desactivado. Haber sustituido bondad por buenismo es una gran perversión de las relaciones humanas y no es fruto de la casualidad, sino de la necesidad de manipular con el moralmente ostentoso disfraz de la “bondad”>>[9].

Así que -concluyamos por nuestra parte-, si gradualmente por Baños, de una vez y a lo bruto por otros, se defiende la “bondad” porque “es lo nuestro y lo de toda la vida” y se vitupera el “buenismo” porque es “cosa de progres”… atentos, le sigue un “¡a por ellos!”


[1] “La encrucijada mundial. Un manual del mañana”, Ed. Ariel, Nov.2022

[2] Ob.cit, pág. 492

[3] Ídem, págs. 506 y 510

[4] Ídem, pág. 509

[5] Ídem, pág. 513

[6] Ídem, pág. 517,

[7] Ídem, pág. 522

[8] Ídem, pág. 529

[9] Ídem, pág. 548

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