Cuando decimos lo que pensamos de verdad, somos honestos y por lo general, conscientes de las consecuencias para nosotros, aunque podamos estar equivocados, pero somos honestos. Pero hay también quienes dicen lo que saben que los demás quieren escuchar, porque también son conscientes de las consecuencias para ellos y no son honestos. Cada uno tenemos unos valores morales que nos definen como personas.
La gran mayoría tenemos la sensibilidad para emocionarnos con una puesta de sol o con la sonrisa de un bebé. Que alguien se salte la cola en el cine o en la panadería y se cuele, nos puede molestar, pero a fin de cuentas, sólo es una cuestión de mala educación y nos recuerda que no todos somos iguales. Pero cuando estos días estamos viendo que algunas personas también aprovechan sus cargos públicos o de poder y se “saltan la cola” para la vacunación contra la COVID19, vemos que además de poco educadas e insolidarias, no son dignas de ocupar ese cargo al faltar a la ejemplaridad y honestidad que se espera por parte de la mayoría de la sociedad.
En este asunto creo que no importa el color político, ya que es una cuestión de valores personales que no representan a la mayoría, aunque sí que es importante la respuesta sobre esos comportamientos, de las formaciones a las que pertenecen, y no sólo hacía los políticos de otros partidos.
Dentro de la gravedad de que algunos cientos de personas en nuestro país, han hecho trampa, lo que me parece un verdadero escándalo es la pérdida de miles de dosis de la vacuna por la mala gestión en el abastecimiento de jeringas adecuadas para aprovechar todo el suero, lo que el Consejero de Salud de la Junta de Andalucía llama “un culillo” que sólo representa ¡¡el 20% de las dosis!!. Unos y otros, deberían dejar sus cargos públicos, marcharse a su casa y dar paso a otras personas con otros valores y profesionalidad.