Trump y Putin inauguran una nueva Guerra Fría en la que la estabilidad política, el libre comercio y la paz mundial, se ponen de nuevo en peligro. Mala es la época en la que la política hereda la neurosis de sus protagonistas.
El término guerra fría lo introdujo por primera vez el escritor George Orwell. Comenzó tras la Segunda Guerra Mundial y estableció una dinámica de bloques de difícil olvido. Ahora, de nuevo, existen tres grandes bloques y un cuarto que lleva camino de convertirse en una pieza de museo.
Estamos hablando de los Estados Unidos de América de Trump, la Rusia neocapitalista y pseudodemocrática de Putin y la China emergente y amenazadora de Jinping. Con la Unión Europea de actor secundario viéndolas venir sin una orientación política clara y orgánicamente desmembrada en todos los sentidos.
Igual que la Guerra Fría ahora también existen guerras subsidiarias. En el siglo XX, resultado de la existencia de bloques antagónicos, se libraban batallas en Angola, en Corea, en Afganistán, en Vietnam, en Camboya… Ahora la sangre se derramará en otros lugares: en Ucrania, en Siria, en tantos otros sitios cuyas guerras forman parte de la escasa voluntad e inteligencia de los bloques nacientes.
Amanece a su vez un nuevo proteccionismo que amenaza el libre comercio. La libertad en vilo y la paz socavada por declaraciones bravuconas de líderes que lo son por el efecto sospechoso de la manipulación y la conspiración permanente.
Editorial “Una nueva Guerra Fría”
