Una vez conocido el golpe de Estado en Níger, han comenzado las reacciones a la situación político-militar del país.
Así la Unión Europea ha advertido de que, si triunfa la rebelión, suspenderá el apoyo presupuestario y de cooperación con Niamey.
En un comunicado, los Veintisiete han condenado “en los términos más enérgicos posibles el golpe de Estado en Níger. Los acontecimientos de los últimos días constituyen una grave amenaza para la estabilidad y la democracia” en el país.
Además, los miembros de la UE acusan a la asonada de una “violación total” de los principios democráticos que sostienen la gestión del poder político.
Asimismo, reiteran que “cualquier ruptura del orden constitucional tendrá consecuencias para la cooperación con Níger, incluida la suspensión inmediata de todo apoyo presupuestario”.
A ese respecto, los Veintisiete exigen la inmediata liberación de Mohamed Bazoum, presidente depuesto que se encuentra retenido en su residencia.
Al mismo tiempo, reclaman que se garantice incondicionalmente su seguridad y libertad.
De este modo, el bloque comunitario muestra su coincidencia con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, con la que mantendrá un estrecho contacto.
Por otro lado, Abdourahmane Tchiani, jefe de la Guardia Presidencial nigerina, ha asumido el liderazgo de la junta instaurada tras el levantamiento del miércoles.
A su vez, se ha suspendido la Constitución y se ha prohibido toda manifestación “por el motivo que sea”.
Joven democracia en Níger
Apenas dos años después de completar su primera transición pacífica, un grupo de militares, de la Guardia Presidencial, perpetró el golpe de Estado en Níger. Así, bloquearon el acceso al Palacio Presidencial en Niamey.
Asimismo, instaron a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Nacional a unirse a la asonada contra Bazoum.
Cabe recordar que el país africano es clave para los países occidentales, entre ellos Estados Unidos y Francia, en la lucha contra el yihadismo.
Por ahora, habían logrado evitar la inestabilidad política que, en cambio, afecta a otros países de la región, como Burkina Faso y Malí.
Estos han sido escenario de varios golpes de estado entre 2020 y 2022, generalmente auspiciados por Estado Islámico y Al Qaeda.