Militares venezolanos y cargos de la Administración estadounidense mantuvieron reuniones.
Según se ha sabido, cargos de la Administración de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, se reunieron con militares venezolanos para tratar un posible golpe de Estado contra Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.
Así, un oficial de alta graduación de este país, que estaría en la lista de sancionados por el Gobierno estadounidense, sería el principal conspirador. La parte norteamericana decidido no colaborar.
De acuerdo con las investigaciones de The New York Times, los militares del país caribeño habían contactado antes con la Administración de Barack Obama, no siendo atendidos. Tras la elección de Trump, se pusieron de nuevo en marcha.
Al parecer, las reuniones empezaron en septiembre de 2017 y continuaron en este año. Los militares venezolanos indicaron que representaban a cientos de miembros de las Fuerzas Armadas que no estaban contentos con las políticas del presidente de Venezuela.
Entre las solicitudes a Estados Unidos, los militares querían aparatos de radio con tecnología de encriptación para poder comunicarse de forma segura y preparar un gobierno de transición que terminaría convocando elecciones. La Administración norteamericana no aceptó y el intento de asonada se descubrió. Doce conspiradores fueron detenidos.
El oficial de alta graduación que ha revelado esta información, y cuyo nombre no se conoce, señaló que, al menos, hay tres grupos en Venezuela que han conspirado contra el Gobierno de Nicolás Maduro y que fue uno de ellos el que contactó con Estados Unidos a través de la embajada norteamericana en una capital europea.
Entonces, la Administración Trump no se fiaba y temía que fuera una trampa con el fin de evidenciar una injerencia en Venezuela. La situación empeoró y la Casa Blanca se mostró más dispuesta a asumir riesgos.
Un alto cargo estadounidense, que puso como condición el anonimato, ha declarado que “después de mucha discusión, acordamos que deberíamos escuchar lo que tenían que decir”.
Un diplomático, sin autorización para negociar, fue enviado a las reuniones. Allí constató que los militares venezolanos no tenían un plan detallado de acción y confiaban en que los norteamericanos aportaran ideas y colaboración.
Sin embargo, el ex comandante de Venezuela destacó que “nunca acordé una operación conjunta, ni ellos la propusieron”. En un principio, señaló, la idea era intervenir en julio de 2017, coincidiendo con la toma de posesión de la Asamblea Nacional Constituyente, pero desistieron por miedo a un baño de sangre.
Luego, pensaron en asaltar el poder en marzo pero fueron descubiertos y lo pospusieron hasta el 20 de mayo, jornada de elecciones presidenciales. En cambio, se filtran los planes y hubo que cancelar el plan.
Las operaciones consistirían en detener a Maduro y a otros cargos del Gobierno simultáneamente. Necesitaban, para ello, un sistema de comunicación segura, por lo que pidieron equipos al diplomático estadounidense en la segunda reunión, en 2017, a lo que se negó.
Al respecto de esta reunión el ex comandante ha indicado que “estábamos frustrados. No recibíamos señales de apoyo y me dejaron esperando”.
A principios de 2018 tuvo lugar una tercera reunión en la que las negociaciones se bloquearon y la Administración estadounidense volvió a negar el material y el apoyo político a los planes militares venezolanos.
El ex comandante mostró su pesar por la falta de apoyo táctico por parte de Estados Unidos en lo que, en su opinión, pudo haber cambiado la historia de Venezuela. “Estoy decepcionado. Pero soy el menos afectado. Al menos no soy un prisionero”, subrayó.
Según el venezolano, más de 150 militares han sido detenidos y, probablemente, estén siendo torturados.