“El descenso del número de contenedores en los barcos apunta al enfriamiento económico chino”, por Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas · @FranciscoVill87. Economista y periodista financiero.
La caída en la producción de grandes contenedores de mercancías marca un descenso de actividad económica en el imperio económico chino.

El comercio internacional (sumando exportaciones a importaciones) equivale prácticamente a la demanda global de containers; y la previsión de MaersK, el principal grupo de logística y navegación del mundo, es que se reducirá este año no menos de 4%, como lo indica la disminución que han experimentado los inventarios tanto en Europa como en EE.UU.

Esto significa que el boom de containers que se produjo en la etapa post-pandemia entre 2020 y 2022, en lo esencial ha terminado; y que, por carácter transitivo, la economía global disminuiría drásticamente en 2023, o incluso se sumergiría en una fase recesiva en algunos países.

Los datos del segundo trimestre ofrecidos por Maersk resultan extremadamente reveladores de esta situación: Sus ingresos cayeron 40% anual (13.000 millones de dólares), mientras que sus ganancias (antes del pago de intereses, impuestos, depreciación y amortizaciones) se hundieron 72% (2.900 millones de dólares).

Aun así, sus ganancias llegarían a 11.000 millones de dólares en 2023, aunque el punto de comparación sea que ascendieron a 37.000 millones en 2022.

La caída de la economía global está vinculada claramente con la desaceleración experimentada por la República Popular, que tras haberse expandido 3,5% anual en los primeros 3 meses del año, creció solo 0,8% entre abril y junio, con el agregado de que este debilitamiento no fue solamente un fenómeno de carácter cíclico, sino que responde a factores estructurales, ante todo el desajuste existente entre la fuerza de trabajo altamente calificada y una demanda centrada en las exigencias de una economía industrial que requiere una fuerza laboral de mucho menor nivel de formación.

Por eso es que la desocupación en la franja de los jóvenes de 18 a 29 años de elevado nivel de calificación alcanzó un porcentaje asombroso de 20,5%, comparado con un promedio de desempleo de solo 5% en los centros urbanos de la República Popular.

El desafío que enfrenta China es el hecho de que su economía digital, que es la que se caracteriza por la digitalización completa de la manufactura y los servicios, ocupa solo 40% del PIB de la segunda mayor economía del mundo.

Esto implica que 60% de su producción se encuentra todavía en la etapa previa a la de la economía digital, con un nivel de productividad que es sustancialmente inferior al de su segmento más avanzado. Esto ocurre cuando se exacerba el conflicto geopolítico con los EE.UU., en donde prácticamente la totalidad del PIB se caracteriza por integrar la economía digital.

Hay un retraso de 10 años, o más, entre la estructura productiva de China y el sistema manufacturero de los EE.UU.

Es este retraso de una década aproximadamente el que fija la urgencia del cambio estructural en la República Popular. La puja por el poder mundial no está centrada hoy en lo militar, en lo económico, o en lo demográfico, sino esencialmente en el conocimiento de avanzada referido a las tecnologías de la nueva Revolución Industrial.

La desaceleración de la economía global es sinónimo de caída en la demanda de bienes; y esto, a su vez, equivale a las cifras de la producción mundial de containers, que se han hundido 71% entre el primer trimestre de 2022 e igual periodo de este año. Es exactamente lo contrario de lo que ocurrió 2 años atrás, cuando las exigencias de la etapa post-pandemia desataron un auténtico boom en la construcción de containers en el mundo.

China es la principal productora de containers en el sistema global; y por lo tanto el país más golpeado por esta vertical disminución de la demanda.

La principal productora de containers en la República Popular, “International Marine Containers of China”, experimentó una brutal disminución de 91% en sus ganancias de los primeros tres meses de 2023, que se redujeron a 23 millones; y esto fue el resultado de una disminución de 78% en las ventas del mismo periodo; y lo mismo ocurrió con los otros grandes productores chinos de containers, ante todo Cosco, cuyas ganancias disminuyeron 71% en el primer trimestre del año.

Paradójicamente, el comercio de China con el mundo es cada vez mayor; y en primer lugar con EE.UU., su principal rival geopolítico, cuya estrategia fundamental respecto a la República Popular consiste en el alejamiento sistemático (“decoupling”), o incluso la ruptura de las 2 economías.

Así, el comercio bilateral entre las dos superpotencias superó los 600.000 millones el año pasado, récord histórico absoluto; y esto ha ocurrido en el momento en que se ha exacerbado la puja geopolítica, con riesgo cierto incluso de choque bélico alrededor de Taiwán.

La desaceleración de la economía global es obra pues fundamentalmente de China; y allí está también la posibilidad de su recuperación. Este mismo fenómeno aparentemente contradictorio puede formularse en otros términos: China es el principal socio comercial de 144 países en el mundo de 192 reconocidos por Naciones Unidas; y de su expansión depende 35%/40% del crecimiento de la economía mundial (en EE.UU. se origina el 15%).

Por eso es cada vez más importante la relevancia de la República Popular en la economía global de nuestra época. Es una cuestión no solo cuantitativa, sino también cualitativa.

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