Soy Científica y Mujer

Carolina Gutiérrez Montero.

Por Carolina Gutiérrez Montero (investigadora biomédica)
Creo que nunca me imaginé siendo otra cosa que no fuese científica. El poder descubrir lo que antes nadie vio ni conoció me fascinaba. Puede sonar vanidoso, pero nada más lejos de la realidad. Sabía que no iba a ser fácil, que me encontraría muchos obstáculos en el camino pero era un sueño por el que merecía la pena luchar.
Era un sueño que empezó cuando con 12 años descubrí el maravilloso libro Más grandes que el amor, de Dominique Lapierre y dónde leí la increíble historia del descubrimiento del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), virus causante del Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) junto con el drama del principio de esta epidemia en los años 80. Virus cuyo descubrimiento además suscitó mucha polémica: que si había sido Robert Gallo en Estados Unidos, que si había sido Luc Montagnier, en Francia pero quién realmente estuvo ahí, al pie del cañón día tras día y cuyo reconocimiento tardó años en fraguarse fue la joven científica Françoise Barré-Sinoussi, a la que finalmente dieron el premio Nobel de Medicina en el año 2008.
Françoise nacida en París en el año 1947 estudió Ciencias, se especializó en Bioquímica y finalmente se doctoró en Virología. Apasionada por el trabajo de laboratorio, tuvo que buscar el consentimiento de sus padres para poder trabajar en un uno, porque como según declaró en una entrevista: “sentada en un banco poco voy a aprender de investigación”.
Después de una estancia de un año en el Instituto Nacional de Salud (NIH) de Bethesda, regresó a París al Instituto Pasteur y se incorporó al grupo de Luc Montagnier. Su ayuda fue fundamental para el descubrimiento del VIH como virus causante del SIDA tras detectarse su presencia en los linfocitos del primer paciente con la enfermedad.
Este libro y el trabajo de Françoise Barré-Sinoussi me enseñaron que aunque muchos lo piensen, los grandes descubrimientos no son fruto del azar. Sin quitarle el pequeño papel que este pueda jugar a veces, lo que es cierto es que tanto los grandes descubrimientos que nos han precedido, como los grandes logros que nos quedan por alcanzar, son fruto de la perseverancia y trabajo de muchos investigadores como Françoise que consagran su vida a la ciencia sin esperar en gran parte de los casos nada a cambio.
Pasados unos cuantos años me he convertido en científica, he conocido y coincidido con Françoise en muchos congresos y dedico mis investigaciones al  intento de descubrir una cura para el VIH, el virus que ella precisamente descubrió. El camino recorrido ha requerido de mucho esfuerzo personal y de los que me han rodeado en cada momento de mi vida y por eso cada mañana cuando entro en el laboratorio del hospital en el que trabajo y me pongo la bata, quiero creer que soy una científica de verdad, pero me gustaría que el resto de la sociedad también me viese así: 1) que pensasen que como científica merezco un sueldo digno acorde a mi formación académica (algunos de los estudiantes en formación que vienen a pasar una estancia de prácticas ganan más que yo); 2) que pensasen que mi trabajo tiene que tener un reconocimiento social como cualquier otro, ni más ni menos ; 3) que por ser mujer no tuviese que escuchar que la ciencia es el hobby de las amas de casa, 4) y que mis logros serán un triunfo para todos.
Cada día desde el Comité de Empresa al que pertenezco lucho para que esto sea una realidad para todos los investigadores, hombres y mujeres. Me enorgullezco con los trabajos de altísimo nivel publicados por científicos españoles en situaciones tan precarias como las que nos encontramos. Sufro por los que tienen que abandonar la ciencia y por los que no tuvieron nunca la oportunidad de demostrar su valía.
El pasado 11 de febrero se celebró el día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Me gusta el día por lo que tiene de reivindicativo pero no me gusta que tengamos que seguir así: recordando a la sociedad que las mujeres valemos para la ciencia y que las niñas pueden estudiar carreras con vinculación científica como la ingeniería, bioquímica, informática, robótica…
Necesitamos políticas transversales con perspectiva de género en todas las acciones públicas relacionadas con la ciencia y la investigación. Aprovechemos el talento femenino. Valemos mucho, nos lo tenemos que creer nosotras mismas, y se lo tenemos que hacer creer al resto.
Con este artículo quiero homenajear a todas las mujeres que un día por una razón u otra decidieron hacerse científicas. Mujeres como Rosalind Franklin, Lynn Margulis, Marie Curie, Francoise Barré-Sinoussi…mujeres como las que me rodean a diario, con las que comparto mi trabajo, con las que lo compartiré…mujeres todas ellas triunfadoras que un día pensaron que la ciencia era un sueño por el que valía la pena luchar.
Un científico en su laboratorio no es sólo un técnico: es también un niño colocado ante fenómenos naturales que le impresionan como un cuento de hadas. Marie Curie (1867-1934)

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