Sigue sin ser claro en su respuesta el requerimiento del Gobierno.
Carles Puigdemont ha respondido a Mariano Rajoy. Pero lo hace a su modo, sin dar una respuesta clara a si declaró o no la independencia, que es lo que le requería el Gobierno. Bastaba un sí o un no, pero, como era de esperar, no lo hace. A cambio, se limita a enviar una carta en la que defiende el diálogo y su “buena voluntad” –el entrecomillado es nuestro- de suspender la declaración de independencia para abrir un periodo de dos meses para llegar a un acuerdo con el Ejecutivo español. Además, adjunta una retahíla de documentos como la ley de referéndum o el informe sobre las cargas policiales del 1 de octubre. Pide, a su vez, una reunión para llegar a acuerdos y que acabe la “represión contra el pueblo y el Gobierno de Cataluña”.
“Queremos hablar como lo hacen las democracias consolidadas”, insiste, ofreciendo un plazo de dos meses para abrir un “camino de negociación” con mediadores, no como “una demostración de debilidad sino como una propuesta honesta para encontrar una solución a la relación entre el Estado español y Cataluña”, reza una de las partes de su misiva.
Por su parte, el consejero de Interior, Joaquim Forn, ha sido más contundente, afirmando que si no hay diálogo, se declarará la independencia: “Si en estos dos meses el diálogo no es correspondido, actuaremos y la aplicaremos”, aseguró.