A Puigdemont le conviene que el escenario político sea inestable. Que se mantenga viva la llama de la interinidad y que toda relación con el Estado sea tensa e irascible. ¿Por qué?: porque es la única forma de que el exalcalde de Girona pueda sobrevivir políticamente.
Para lograr ese escenario de inestabilidad propone candidatos como Sànchex, Turull o Torra, con la vista puesta en que sabrán mantener el estrés y la incertidumbre, la distancia y la agonía. Les da igual, a Puigdemont y a sus adláteres, que la democracia esté en tela de juicio y la prosperidad en peligro.
Peor aún es cuando, a pesar de que ERC trate de distanciarse de este macabro personaje, políticamente hablando, se enrede el histórico partido republicano a cambio de tan solo un puñado de cargos.
La gente seria no puede apostar por la inestabilidad. El Gobierno de la Nación debe explicar a todos y cada uno de los ciudadanos que sólo en el perímetro de la ley, que es amplio y suficiente, pueden dirimirse las diferencias. Con seriedad.