El partido socialista estaba obligado a presentar una moción de censura que colocara la dignidad por encima del interés. Una iniciativa que eleva la política por encima del egoísmo propio de las democracias conservadoras.
No hay prosperidad económica y social si no se produce antes un cambio en la moral pública y en la ética política. No puede haber una democracia consolidada o una sociedad libre, igualitaria y rica, si no se logra antes una regeneración de la vida colectiva.
Los hechos acaecidos en este país son de una gravedad insostenible. El problema no es solo la corrupción del Partido Popular, ya de por sí grave, si no la impunidad a la que nos han acostumbrado sus líderes.
La última, la mirada para otro lado de un presidente del gobierno que merece la reprobación de todos. Mariano Rajoy nunca ha estado a la altura de la política más allá de ver trepar sus ambiciones personales al tiempo que se pudren los problemas colectivos.
Por eso, por interés de la nación, el partido socialista acierta con una moción que coloca la ética por encima de la política, la razón por encima de la corrupción y la verdad por encima de la impunidad.