Los socialistas defendemos a los hombres y mujeres de Cataluña que nada tienen que ver con este grupo de petimetres de salón que ponen en cuestión los derechos, la democracia y la libertad. No soportamos -ni racional, ni pasionalmente-, a estos antiguos carlistas, burgueses de parroquia, golpes de pecho y ocultos intereses.
Los socialistas convivimos pacíficamente con otras formas de pensar. No nos desmerece la diversidad en nuestra defensa de la igualdad y la libertad. Al contrario, la pluralidad nos enriquece y, por lo tanto, nos hace más cultos y tolerantes.
Los socialistas refutamos la revolución de los ricos, como la de los soberanistas catalanes, asentada en privilegios e intereses. En particularismos que buscan que los que más tienen no den a aquellos que más lo necesitan.
Por eso a los socialistas nos sienta tan mal las fronteras. Porque buscamos un mundo abierto donde no haya diferencias de clase y donde los trabajadores se gobiernen a sí mismos. Donde los estados no se dividan, sino que se abran a los otros, se sumen a un mundo mejor, más próspero y más sostenible.
Los socialistas combatimos con el alma cuando está en peligro la convivencia. Nos revelamos y entramos en acción, hombres y mujeres de izquierdas, frente a una parte de la burguesía reaccionaria catalana y a aquellos de sus hijos que, ejerciendo de falsos progresistas, ponen en peligro la convivencia y por lo tanto la prosperidad y la libertad de los trabajadores.
Los socialistas no soportamos a este grupo de pijos, disfrazados de diputados, que tratan de cambiar la vida de todos los españoles. Deberán pagar por el insomnio de nuestros trabajadores, por haber tenido a muchos españoles en vela esta pasada noche. Un insomnio culpa de estos niños ricos que piensan que el territorio les hará pasar a la historia.
Los socialistas les haremos pasar, como a todos los demás reaccionarios, al basurero de la Humanidad. Por eso estamos a la altura de los tiempos. Como siempre hemos estado cuando éramos lo que somos.
Los socialistas cuando nos preocupamos nos ocupamos. No hubiésemos llegado a esto con un gobierno socialista capaz de dialogar y buscar salidas inteligentes inspiradas en nuestras convicciones. Las mismas que nos llevan a que tampoco nos tiemble el pulso a la hora de defender la legalidad.