“Si algunos piensan que el sanchismo tiene que campar a sus anchas, que presenten un partido político”. Así de contundente se ha manifestado Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos, en su primera aparición después de la mayor crisis interna de la formación naranja, en un discurso ante el consejo general del partido, que ha cerrado filas con su líder.
Se interpreta como un mensaje dirigido a los críticos, aunque fuentes del equipo del dirigente lo niegan y aseguran que se refería a la patronal, sindicatos o bancos que presionan para lograr la abstención de Ciudadanos cara a la investidura de Pedro Sánchez. Rivera se mantiene en su posición y reclama la autonomía y la libertad del partido naranja para decidir no facilitar convertir a Sánchez de nuevo en presidente.
Su formación atraviesa una crisis por el giro a la derecha llevado a cabo por su líder y la negativa a llegar a un acuerdo con el PSOE para la investidura del jefe del Ejecutivo en funciones. Esto ha llevado a una serie de dimisiones en cascada, como la de Toni Roldán, ex secretario de Programas, Javier Nart, eurodiputado, o Juan Vázquez, líder del partido en Asturias.
Tal es así que los críticos llegaron a forzar una votación en la dirección de Ciudadanos para tomar de nuevo en consideración la estrategia y abrir una vía de diálogo con los socialistas. Perdieron por una abrumadora mayoría en contra.
Así las cosas, Rivera ha dado un golpe sobre la mesa e impuesto su criterio, dejando claro que es él quien marca el rumbo: “Siempre seré el presidente de todos, porque siempre he creído que sumar es mejor que restar”, dijo. “Todos los que queráis remar en esta dirección, somos compañeros y lo seguiremos siendo”, añadió.
No se hizo esperar la respuesta de Roldán, quien en su perfil de Twitter respondía: “No hace falta crear un partido, sólo hay que sentarse, exigir reformas, regeneración y que no haya pactos con nacionalistas”.
En su discurso, el líder naranja pretendía liberarse de las presiones internas y externas: “Soy un liberal de convicciones. Siempre respetarélla opinión de una patronal, de un sindicato o de un medio de comunicación. Pero siempre pediré la libertad para tomar decisiones”, sostuvo. “Los liberales respetamos la libertad, pero también amamos nuestra propia libertad”, agregó.
En su argumentario, esgrime que se presentó a las elecciones con un mensaje claro, que no pactaría con Sánchez y que se debe a quienes le votaron: “¿Alguien piensa que nos importa lo que diga el señor Sánchez con sus tentáculos? No. Nos importan nuestros 4,2 millones de votantes”, enfatizó.
Reiteró que “sólo me debo a esos cuatro millones doscientos mil españoles. Nuestras decisiones tienen que ser libres y sin tutelas”. Y carga contra aquellos que le piden que, por “sentido de Estado”, para que el Gobierno de España no dependa de los independentistas, se abstenga, diciendo que “lo que es una cuestión de Estado es que haya una oposición firme al sanchismo”.
En su opinión, España necesita una oposición “fuerte, moderada, liberal, constitucionalista y europeísta” y criticó al PSOE por llegar a acuerdos con los nacionalistas en la Mesa del Parlamento de Navarra, Baleares o la Comunidad Valenciana, decisiones que el PSOE no se ha visto forzado a ejecutar por la posición de Ciudadanos, sino que los socialistas “se tiran en plancha” a esos pactos.
El líder naranja ha sufrido varios reveses en las últimas semanas. Primero, la ruptura con Manuel Valls en Barcelona, luego el encontronazo con Emmanuel Macron, presidente de Francia, y recientemente las dimisiones dentro del partido. Con todo, quiso lanzar un mensaje firme: “Estos días me siento más convencido que nunca de lo que tenemos que hacer”, dijo a los 160 miembros del consejo general de la formación, que no serán, precisamente, un inconveniente.