Dice que “no cambiaron nada” de los casos contra el PP ya investigándose.
Mientras que hace unas semanas salía adelante la reprobación a Dolores Delgado, ministra de Justicia, por las grabaciones desveladas por el ex comisario José Manuel Villarejo, María Dolores de Cospedal, ex ministra de Defensa, dice ahora que las informaciones privilegiadas que le llegaron a través de su marido, Ignacio López del Hierro, recibidas de Villarejo “no cambiaron nada” en los casos judicializados contra el PP y que son “conversaciones en las que cuenta a un particular lo que él considera que está ocurriendo”.
Distinta vara de medir, sin duda, cuando se trata de esconderse y protegerse de los focos censores.
Según el comunicado enviado a Europa Press por Cospedal, el objeto de las filtraciones de estas grabaciones es “cubrir el hecho de que personas muy relevantes del actual Gobierno negaron hasta tres veces conocer al comisario Villarejo, cuando se ha evidenciado que no era cierto”. Y añade que este asunto no ha sido negado “en ningún momento ni por Ignacio López del Hierro ni por mí”.
Tratando torpemente de salir al paso de estas informaciones filtradas, Cospedal asegura que “se trata de conversaciones en las que Villarejo cuenta a un particular lo que él considera que está ocurriendo con asuntos que se están conociendo en ese momento y que tienen que ver con personas vinculadas al PP”. “Como es lógico y por la relación que tiene conmigo, esa persona recibe la información y pregunta acerca de ella pues puede ser un tema importante, como luego se conoció”.
Además, afirma que “los temas de los que se habla están todos judicializados desde hace nueve años y esas conversaciones no cambiaron nada de lo que sucedió, ni por parte de Ignacio López del Hierro, ni por mi parte, secretaria general del PP”.
Y sale al paso torpemente porque, por desconocimiento o por querer negar la evidencia, de esas grabaciones se desprende que el marido de Cospedal habría actuado como intermediario entre la dirección del Partido Popular y el entonces comisario, puesto que se revela que Villarejo obstaculizó las investigaciones de los casos Gürtel, Brugal y Umbra que señalaban a altos cargos populares.
También, que colaboró para evitar que otras causas prosperaran. No resulta comprensible que Cospedal diga que “no cambiaron nada” de los casos judicializados por la corrupción en el PP.
Y es distinta vara de medir porque, si la comida con Villarejo que desembocó en la reprobación a Delgado tuvo lugar hace nueve años, y que es evidente que no tenían mayor trascendencia, ahora la ex secretaria general del PP resta importancia a estas conversaciones reveladas porque se produjeron entre junio y noviembre de 2009, según uno de los medios que han destapado el asunto, hace también nueve años, en los meses que siguieron al estallido del caso Gürtel.
Si las grabaciones de Villarejo en la comida fueron suficientes para reprobar a la titular de Justicia a juicio de los populares, como mínimo en lo que respecta al tiempo, también lo es para que Cospedal se censure a sí misma, aunque sea una diputada rasa, más aún cuando los audios conocidos ahora sí pudieron influir y cambiar algo en los casos investigados de corrupción del PP, como parece evidente. El qué y el cuánto, de momento, no se ha desvelado.