Cuando algún dirigente del PP, Ciudadanos o VOX habla de los enemigos de España, lo primero que habría que preguntarse es de qué España está hablando, aunque por lo general se refieren a la España de los privilegios y los señoritos. Es obvio &que los que tienen cuentas en paraísos fiscales, en las que guardan el dinero que muchas veces es fruto de la corrupción política, no son los enemigos de España a los que se refieren y más bien estarán pensando en quienes quieren que las grandes fortunas paguen los impuestos que les corresponde.
Si miramos hacia atrás en los últimos 20 años y comparamos la herencia de cada partido político, es obvio que la corrupción a todos los niveles institucionales ha tenido su mayor refugio en el partido en el que Pablo Casado ha aprendido lo poco que sabe de política y lo mucho de otras cosas.
A pesar de que España es una de las Democracias más sólidas, por lo que nos ha costado alcanzarla y la fortaleza de nuestras Instituciones, cada vez que la derecha está en la oposición, se empeña en crear un clima social de crispación que lleva a una parte de la sociedad a radicalizarse… como vienen haciendo también los independentistas últimamente. En eso tienen mucho en común, ya que apelan a las vísceras y no a la razón de los votantes.
Mientras en la Comunidad de Madrid no se quiere investigar la nefasta gestión y la muerte en las residencias de mayores de miles de ciudadanos y ciudadanas, el PP le monta un chiringuito a uno de los políticos prototipo de la nueva clase política, experto en criticarlo todo y a todos, pero sin hacer nada. Ahora surgen otros nuevos partidos, como lo hizo UPyD, Ciudadanos o VOX, con líderes carismáticos que aprenden rápidamente a vivir de la política sin aportar nada. ¿Cuándo empezaremos a distinguir esos chiringuitos que se montan algunos para no hacer nada?