Todo parecía apuntar a una recuperación del voto de la derecha hacia las propuestas del PP de Pablo Casado, pero la irrupción de Vox ha sido suficiente para que los populares no hayan logrado el resultado que esperaban. Y eso pese a la no remontada de Albert Rivera, que no es que se desplome es casi desaparece.
Los votos de Ciudadanos no han ido a recalar en la de Casado, a pesar de lo cual, consigue un porcentaje y representación –no podía ser de otra manera- superior a la debacle del 28 de abril. Con todo, no logra superar el centenar de diputados, como auguraban algunas encuestas y se queda con 88, eso sí 22 más que en abril.
En las últimas semanas, el líder popular ha cambiado su imagen, dejándose barba para dar la apariencia de mayor madurez, como decían sus asesores. Su mensaje ha ido moderándose, haciendo un giro hacia el centro que ha acusado la formación naranja.
Sin embargo, ha conservado ciertos tintes extremos con el fin de evitar la fuga de votos hacia Vox con motivo de los últimos acontecimientos violentos en Cataluña y la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. De estos dos hechos, sobre todo el último, y también la sentencia del procés, se ha beneficiado el partido de Abascal.
En el debate del pasado lunes, Casado se mostró gris, sin iniciativa, a la defensiva y escondiéndose. Solo apareció en determinados momentos y no precisamente para sacar tajada, sino, más bien, para perder votos, enfrentándose, no a su rival natural, Pedro Sánchez, sino a Rivera en una suerte de pelea de gallos de a ver quién lidera la derecha en España.
Se ve que la lidera Vox, porque la resolución en la Asamblea de Madrid, proponiendo la ilegalización de los partidos independentistas cuyos postulados pretendan romper la integridad territorial de España, no era más que una medida exigencia de la ultraderecha, sin réplica por parte de dos partidos, PP y Ciudadanos, que se autodenominan constitucionalistas y demócratas.
A pesar de no haber sacado rédito suficiente de su nueva imagen y mensajes más conciliadores, Casado consigue 88 diputados y se mantiene, a duras penas, como segunda fuerza más votada.