Amiga, amigo: es hora de rebelarse. ¿No lo hueles en el ambiente? ¿No oyes esa voz que grita basta? Estudias para labrarte un futuro, te deslomas trabajando probablemente en condiciones precarias, pagas tus facturas, impuestos, tasas y demás… Si te quedan ganas y fuerzas, cumples con tu deber cívico de votar cuando toca y aceptas el resultado electoral, te guste o no; porque, ante todo, eres demócrata. Sin embargo, ahora ves cómo un Congreso elegido por el pueblo bloquea la formación de Gobierno.
No existe alternativa viable a que siga gobernando el presidente Sánchez pero el resto de partidos no asumen su responsabilidad con la ciudadanía y la estabilidad de las instituciones. Por un lado, tenemos el enrocamiento tacticista de las cúpulas de PP y Ciudadanos, con Pablo Casado y Albert Rivera a la cabeza, respectivamente -el rancio
«cuanto peor, mejor» de la vieja política-; y, por otro, tenemos el apetito voraz de sillones ministeriales que exhibe Podemos. Se ve que Pedro Sánchez es un bárbaro por querer que el núcleo duro de los altos cargos del Estado sea de la entera confianza del Presidente. Se ve que es una barbaridad que un presidente quiera… ¡presidir!
El Consejo de Ministras y Ministros no es una “mini-cámara”, no es un “parlamentillo”. Para eso ya están el Congreso y el Senado. Un acuerdo parlamentario sobre unos ejes programáticos puede ser tan legítimo como un gobierno de coalición.
Por todo ello, si estás leyendo estas palabras y consideras que para construir la España de los próximos veinte o treinta años hay que congregar a una amplia mayoría social, que no basta con que haya un puñado más de síes que de noes sino que hay que explorar esa idea de la transversalidad, dialogando de buena fe para lograr sólidos puntos de encuentro: yo te invito a rebelarte de forma cívica contra la tristeza que genera ver, una vez más, a la clase política tirándose los trastos a la cabeza, compitiendo por ver quien lanza el insulto más gordo, el dardo más venenoso e hiriente.
¿Cómo se debe articular la rebelión? Despertando a la nación, sí: escribamos, hablemos con las personas de nuestro entorno, demos un buen uso a las redes sociales, manifestémonos pacíficamente llegado el momento. Digamos bien alto y claro NO a la frivolidad y a la intransigencia, NO a la vergüenza nacional y al despilfarro de recursos públicos que supondría una repetición de las elecciones como ocurrió en 2016. Para poner en marcha las políticas que necesita este país, por ejemplo, un Pacto Anticorrupción o contra la Violencia de Género; o para inyectar seguridad a la Economía o mejorar nuestro Estado del bienestar; hace falta un gobierno a pleno pulmón.