La derecha contemporánea española -cuyo principal protagonista es el PP, antes AP-, fue fundada por siete ministros de Franco. Arrastra el poso de un conservadurismo rancio muy apegado a instituciones seculares que siempre han valido para perpetuar privilegios.
El Partido Popular ha servido para aglutinar en su seno a sectores tan dispersos como conservadores y liberales, democratacristianos y nostálgicos. Una mezcla que les convierte en confusos para un electorado amplio y difusos a la hora de conformar gobiernos.
La nueva dirección del Partido Popular, nacida de las primarias celebradas ayer, tiene que convertir a la derecha española, rancia y secular, en una derecha moderna, laica y avanzada. De lo contrario seguirá apegada al pasado como quien se aferra a la derrota.
Ardua tarea que tiene por delante la nueva presidencia si ha de apostar por un partido que sea a la vez fuerte y al mismo tiempo democrático. Una organización que respete sus principios individualistas pero promulgue objetivos colectivos.