No puedo entender la satisfacción del Partido Popular, la sonrisa inconsciente del que no mide sus actos, ante la prisión incondicional de Junqueras y una buena parte del Govern, así como por la orden de detención de Puigdemont y del resto de su gobierno
En algún sitio leí que el Derecho es un aspecto más de la vida social. Nada de lo que se mueve en la sociedad pasa inadvertido para el resto. De una forma u otra cada elemento alimenta el caos y genera un nuevo orden a cada instante.
Hace cuarenta y ocho horas el independentismo daba las bocanadas propias del que lucha por sobrevivir. El descrédito político había dado paso a la mofa internacional tendida sobre el puente de la frivolidad.
Para mayor abundamiento el secesionismo saltó en mil pedazos, un rompecabezas hecho añicos. Puigdemont desconcertado y en estampida, el PDCat suplicando un acuerdo que les salvara de la debacle electoral, ERC confusa y la CUP en el monte de donde vienen.
Hasta que llegó su momento.La prisión incondicional ha unido las voluntades sediciosas y socavado la unidad de los demócratas. Ha despertado de nuevo el victimismo y esa capacidad teatral que tiene todo nacionalista para el drama, la épica, el mito y la mentira.
Los más simples sólo se atreven a decir que el poder judicial es independiente, confundiendo causa con consecuencia. Porque el hecho de que el poder judicial tome decisiones autónomas no quita para que sus consecuencias sean previsibles.
El Derecho no es ajeno pues a la vida social. Y la sonrisa disimulada de la derecha me hace dudar seriamente de su inteligencia colectiva.