Cuando perdemos algo que amamos, tal vez el primer sentimiento que nos asalta es la negación. No es fácil aceptar la pérdida de aquello que queremos, cuando además sucede de forma totalmente inesperada. Perdí a mi madre en mis brazos y aunque fuese después de una larga enfermedad, piensas que estarás preparado, pero nunca lo estamos. Perdí a mi hermana asesinada y con el tiempo aprendes a vivir con ese dolor imborrable. El año pasado perdí a mi hermano de forma totalmente inesperada y aún me cuesta creerlo, si no fuese por el dolor al pensar en sus hijos y no poder estar cerca de ellos para transmitirles mi cariño. Para algunos, la vida es un continuo sufrimiento. Mi refugio ha sido trabajar y trabajar.
Ahora, tras muchas semanas reflexionando sobre mi corta etapa de activismo político, después de 23 años intentando hacer lo que consideraba que era lo correcto sin esperar nada a cambio, he llegado a la conclusión de que hace tiempo que debería de haber aceptado que tal vez mi forma de entender la defensa la Libertad y la Democracia no está en sintonía con el tiempo o el lugar que me ha tocado vivir. Me decía hace unos días alguien que me quiere, que toda mi vida ha sido igual, que debería buscar una actividad diferente que complemente mi trabajo [y que olvide la política]. Hoy, otro amigo que va a jubilarse y sabe de lo que habla, me ha insistido en que termine de pasar página en algo que me está haciendo perder amigos, si es que alguna vez lo fueron. Tal vez tengan razón.
Con todo esto, simplemente quiero decir adiós a algo que me apasionaba y que acepto haber perdido para siempre, aunque en mi caso, lo afronto como un comienzo en el que tendré que aprender a dejar de lado ciertas rutinas y buscar algo que me ayude a olvidar algunas miserias de la política que he conocido, aunque tenga buenos recuerdos con compañeros y adversarios. Comencé a escribir en prensa animado por Nono Guinea hace varios años y poder escribir ahora en Diario Progresista, gracias a Mari Ángeles Solís, ha sido una maravillosa experiencia, aunque desconozco a cuantas personas les interese o les guste lo que escribo, lo que pienso y si ha servido para algo. Seguramente alguna agradecerá descansar de mí, por fin. Me considero un idealista que solamente ha intentado ser útil a la sociedad, pero que por mi salud, debo aceptar que es mejor rendirme ya, antes que enfermar o perder más de lo que ya he perdido.
Fue un artículo de José Andrés Torres Mora “sobre el conocimiento de las derrotas” en 2011, lo que me ha ayudado a no rendirme durante estos últimos 10 años de activismo político desde mi baldosa. Yo ahora me siendo derrotado y no me avergüenza reconocerlo. Es la aceptación de unos hechos que ven quienes me rodean y como dije al principio, me negaba a aceptar. Para pelear, además de una motivación, hace falta tener una buena salud y ambas las he perdido. Después de la guerra, viene la paz y es una oportunidad de empezar un nuevo camino centrado en mi trabajo, mi familia, mis amigos y seguir estudiando para intentar aprobar las dichosas oposiciones. Creo que mi madre estaría orgullosa de mí, a pesar de los errores que haya cometido. Gracias, hasta siempre, salud y república.