Son muchos los acontecimientos que se vienen realizando en la Estación Espacial Internacional. Pero, de la mano de Alysson Muotri, biólogo de la Universidad de California en San Diego, y gracias a Quo, hemos conocido cuál de ellos es el más interesante.
El trabajo de Muotri se basa en el estudio de un conjunto de células nerviosas, conocidas como mini-cerebros, los cuales están desarrollando en la Estación Espacial Internacional, que hasta los propios científicos veían como algo imposible de realizar.
En el laboratorio, partiendo de células madre, se cultivaron los organoides. Posteriormente, se colocaron en una caja y se enviaron al espacio. Muotri apunta que allí posiblemente “se están reproduciendo a un ritmo acelerado”.
Según los últimos datos recogidos, los organoides emiten ondas cerebrales, patrones complejos de actividad neuronal, muy parecidos a los de los bebés prematuros. Este descubrimiento es sorprendente, los científicos se ven obligados a realizar revisiones de las limitaciones de los mini-órganos cultivados y las dificultades que los rodean por cuestiones de ética.
Muotri realizó una conexión entre los mini cerebros y unos robots para lograr leer su actividad neuronal. Los descubrimientos podrían ser una muestra de que la ciencia se está acercando a la posibilidad de general por lo menos una vida consciente de forma parcial.
La complejidad del cerebro humano alcanza tal magnitud que no se ha podido entender muchos aspectos de su funcionamiento por parte de la ciencia.
Los neurocientíficos habrán de librar una gran batalla con la ética en el caso de que las ondas cerebrales demuestren ser una señal de que los organoides podrían ser conscientes, puesto que este experimento podría llevar tanto a crear una vida humana como a destruirla.