Como un líder mesiánico se presentó ayer Santiago Abascal, presidente de VOX, en el Congreso llegando casi a proponer una moción de censura. Sin dosis alguna de vergüenza, pudor o cortesía, retó a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias Responsabilizó a ambos de los muertos por la epidemia y anunció su deriva judicial contra ellos.
Buena parte de su discurso la empleó en cargar contra el vicepresidente segundo por sus “ansias comunistas” y contra el presidente por la gestión de la crisis. Es en ese contexto en el que esbozó la posibilidad de presentar una moción de censura si no lo hace el PP. Una moción para desenmascarar a los diputados predispuestos a mantener a “este Gobierno ruinoso que está destruyendo el país”.
Como capitán a posteriori que es, Abascal se atrevió a asegurar que habría habido menos muertos por la Covid-19 “con una gestión razonable”. También criticó que el Ejecutivo haya estado “más preocupado” de “ocultar” el número de muertes que de alertar a los ciudadanos.
Recriminó a Iglesias porque “se erigió” en responsable de las residencias de mayores y, en consecuencia, es culpable de los miles de fallecidos en ellas. También por los trabajadores sin medidas de protección. “Afronte su responsabilidad ante las familias, los españoles y los jueces”, espetó.
El líder ultraderechista no escatimó críticas. Acusó a Sánchez de estar dispuesto a “cualquier cosa” para mantenerse en el poder. También de “aferrarse” al estado de alarma y con amenazas a la oposición si no se aprueba.
“Nuestro voto no va a poner la suerte de los españoles en sus manos. Aunque tuviéramos que desaparecer como partido, jamás contribuiremos a afianzar en el poder a quienes están despreciando la vida, la libertad, la prosperidad y la nación y quienes han llevado al país al mayor desastre de este siglo”, sabedor, o no, de la tontería que estaba diciendo. Mensaje, por otro lado, tradicional de la derecha recalcitrante falta de argumentos. eso sí, mensajes más bien para su público fiel.
Acabó volviendo en cierto modo a una moción de censura. “Lo que salvaría vidas y empleos sería un cambio de Gobierno”, sostuvo. Segundos antes había afirmado que el estado de alarma “ni salva vidas, ni salva empleos”.