La vacuna de los inmigrantes turcos en Alemania

La vacuna de los inmigrantes turcos en Alemania

Detrás de la vacuna cuya eficacia la farmacéutica Pfizer asegura que tiene más del 90% está un modesto laboratorio alemán con sede en Maguncia (Mainz en alemán): BioNTech. ¿Por qué, entonces, todas las miradas se centran en la biotecnológica estadounidense creadora de la Viagra?

La respuesta es sencilla. Ambas compañías firmaron un acuerdo de cooperación, pero es la americana quien dispone de las capacidades para desplegar la fase 3 de los ensayos. Cuenta con la logística necesaria para tan complejo proceso, en especial por la cantidad de pruebas que se precisan.

Sin embargo, el alma de la vacuna por la que el mundo contiene la respiración partió del laboratorio de la capital del estado de Renania-Palatinado. En esa región al suroeste de Alemania se instaló el verdadero padre del compuesto que devuelve la esperanza al planeta de volver a una vida normal.

Las ironías de la vida nos presentan a Ugur Sahin, un inmigrante turco llegado al país teutón con sus padres. En Alemania se formó hasta convertirse en el investigador en el que se ha convertido. A sus 55 años puede representar el rostro de la esperanza global contra la Covid-19.

En ese estado alemán era un secreto a voces que se acercaba el éxito en la carrera por encontrar una vacuna. Fruto de la colaboración y no de la competencia, ambas compañías han desarrollado un compuesto que en unos meses podría ser la solución contra el SARS-CoV-2.

Pero no es solo Sahin el creador de la vacuna milagro. Junto a él, Özlem Türeci, su esposa y colega. También de origen turco, para más ironía de la vida, ella nació en Alemania. Ambos fundaron Ganymed Pharmaceuticals y BioNTech.

El matrimonio de origen turco ‘inventó’ la vacuna

En su aventura empresarial contaron con varios socios en 2008. El matrimonio preside la junta directiva, de la que forman parte también Sean Marrett y Sierk Poetting, ambos estadounidenses.

Con una plantilla de 1.320 empleados, sus investigaciones se centran en las terapias inmunológicas para pacientes de cáncer. El año pasado, Sahin recibió el Premio Alemán contra el Cáncer.

De ahí pasaron a desarrollar la vacuna. El profesor de Oncología Experimental en Maguncia, al igual que Türeci, comenzó a trabajar en enero aplicando sus investigaciones en el coronavirus.

En ese camino, recibieron el reconocimiento de ser una de las 20 farmacéuticas desarrolladoras de una candidata a vacuna. A partir de ahí pasó a convertirse en receptor del programa especial de ayudas del Gobierno federal alemán. 375 millones de euros para encontrar una vacuna.

Sahin y Türeci son los inventores de la tecnología para desarrollar el compuesto. Son el alma de la vacuna milagro. Pfizer, su socio estadounidense, se lleva la gloria de producirla y distribuirla a escala masiva.

1.300 millones de dosis en 2021 es el objetivo a alcanzar, cometido que la modestia del laboratorio alemán no podría lograr por sus propios medios. Cooperación, no competición.

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