Las Fuerzas Armadas rusas entran en Lugansk y Donetsk, las regiones de Ucrania que autoproclamaron su independencia y que Rusia ha reconocido.
Como venimos manteniendo en este periódico, era la moneda de cambio para que la Federación Rusa no invadiera toda Ucrania. Ahora es un hecho.
Vladimir Putin, en su sueño por la Gran Rusia, ha firmado un decreto para garantizar “la presencia de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en el territorio”.
La invasión es ya un hecho, pese a que el decreto firmado se vista como una “misión de mantenimiento de la paz”. El tercer punto de la orden prevé la permanencia de tropas rusas hasta culminar el tratado de amistad, cooperación y asistencia mutua.
Ahora, hay que esperar la reacción de las potencias occidentales. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, condicionó la celebración de una cumbre sobre la situación de Ucrania a que Rusia no invadiera territorio ucraniano. Lugansk y Donetsk lo son, o eran.
En paralelo, la Inteligencia estadounidense advertía de la presencia de alrededor de 190.000 efectivos rusos en las fronteras de Ucrania. También de las regiones separatistas.
Además, alertaron de los preparativos del uso de buques anfibios para transportar material bélico, así como de la movilización de unidades aerotransportadas.
Se espera la reacción de Washington y sus aliados, entre ellos la Unión Europea, que han anunciado duras sanciones a Moscú.
Se culmina, así, una escalada de la tensión en Ucrania, después de semanas de advertencias de la OTAN, pese a las hipótesis de Kiev.
El Kremlin ha hecho uso de su músculo militar con el apoyo de Bielorrusia y hay que esperar acontecimientos.