Un enviado surcoreano entregó la invitación en la Casa Blanca.
Hasta ahora parecía impensable un encuentro entre Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, y Kim Jong-Un, líder de Corea del Norte. Sin embargo, el pasado jueves un enviado de Corea del Sur hizo entrega de una invitación hecha por Pyongyang para que ambos líderes se reúnan. Trump ha aceptado “en el lugar y tiempo que se determine”. El mensaje también incluía una oferta de Kim para la desnuclearización del país y detener las pruebas nucleares y balísticas. El anuncio en la Casa Blanca fue realizado por el enviado surcoreano, anticipando que el encuentro está previsto que se lleve a cabo en mayo. Chung Eui-yong, consejero de Seguridad Nacional de Corea del Sur declaró que son “optimistas en este proceso diplomático. La República de Corea, los Estados Unidos y nuestros aliados nos mantenemos unidos y esperamos que no se repitan los errores del pasado. La presión continuará mientras Corea del Norte no acompañe sus palabras con acciones concretas”.
Por su parte, el presidente estadounidense tuiteó: “Kim Jong-un hablaba de desnuclearización con Corea del Sur, no sólo congelación. También que no habría pruebas balísticas durante ese periodo. Se está logrando un gran progreso, pero las sanciones permanecerán hasta que se llegue a un acuerdo. La reunión está siendo planeada”. Se demuestra, así, el poder que ejerce el eje Pekín-Washington, representando un gran triunfo para Trump, que ha exhibido su poderío militar y una retórica guerrera frente a la carrera armamentística de Pyongyang, junto a un aumento de las sanciones, apoyado por China, que compra el 90% de las exportaciones norcoreanas.
Renuncia nuclear por supervivencia del régimen
Ante esta situación del profundo desgaste del régimen, Kim Jong-un comienza una estrategia de apertura al diálogo, que se concretará en abril en su encuentro con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, en la zona desmilitarizada, y ahora con la oferta de una reunión con el presidente estadounidense, además de la de renunciar al arma nuclear a cambio de la supervivencia del régimen, lo que Washington sí aceptará, si la desnuclearización es permanente, y cuenta con el beneplácito de Pekín. El que las negociaciones fructifiquen se nos antoja complejo, ya que los antecedentes no son buenos. Anteriores conversaciones, en tiempos de Bill Clinton y George Bush hijo, fracasaron. A diferencia es que ahora China apoya el diálogo y Trump está dispuesto a este sin verse en la necesidad de rebajar la presión.