“Tragicomedia electoral”, por Mari Ángeles Solís.

Mari Ángeles Solís del Río.

Mari Ángeles Solís del Río · @mangelessolis1.
Podríamos buscar diversas causas que nos iluminen en el caos político ante el que nos encontramos. ¿Poca madurez democrática?, ¿falta de conocimiento para articular el pluralismo político?, ¿escasa capacidad negociadora para alcanzar la estabilidad de un país?

Parece que se da bastante bien el hecho de buscar culpables pero, en esta ocasión, acaso lo más correcto sería poner el énfasis en los inocentes. Los inocentes, los que ejercieron su derecho de acudir a las urnas, los que eligieron libremente: los ciudadanos.

Precisamente los ciudadanos, con su voto, detallaron el escenario político en el cual se había de desenvolver el país. Un escenario, todo sea dicho, en el que son necesarios los pactos y acuerdos puntuales para el desarrollo normalizado de las instituciones del Estado. Un escenario que es el resultado del pluralismo político. Y, de todo ello, se deduce que el mensaje no ha sido captado por la clase política, al haber quedando patente la incapacidad de alcanzar acuerdos.

El paso del bipartidismo, al que estábamos acostumbrados, frente al pluripartidismo actual, ese amplio abanico de posibilidades que dan más opciones pudiendo adaptar su ideología a cada ciudadano a la decisión más correcta. Todo ello, también conlleva las escasas posibilidades que tiene un partido político de alcanzar una mayoría absoluta. Lo que nos lleva a la obligación de diálogo y negociación.

Dicho todo esto, y con la decisión de la ciudadanía manifestada de forma clara y concisa, ya que dieron su confianza mayoritariamente al PSOE, claro está que es el vencedor de los comicios quien tiene la responsabilidad de formar Gobierno, siempre y cuando el resto de interlocutores no sean muros de hormigón disfrazados de políticos que, o bien niegan una abstención impidiendo así dar estabilidad a un país y bloqueando las instituciones, o, en otros casos, en vez de muros de hormigón, nos encontramos ansias desmesuradas de poder y ocupar sillones, por parte de quienes además de ver reducido su número de escaños, se encuentran en cuarto lugar de preferencias para los ciudadanos.

Cada uno de los líderes tendrá su parcela de responsabilidad en este caos y esta ocasión histórica de repetición electoral, y habrá de dar cuentas a la ciudadanía, que corre el peligro de ser la gran perdedora de este juego político en el que nuestros líderes no han sabido articular los deseos de quienes votaron en su día. Ahora, vuelta a empezar.

Hemos de ser capaces de volver a levantarnos y acudir a las urnas, esa es nuestra obligación, para evitar que otros decidan por nosotros. Pero también es cierto que nuestros líderes han de ser conscientes de que su obligación es entenderse. No vale enfundarse en un No como el de Casado impidiendo el normal funcionamiento de un país, ni los envites a última hora como el de Rivera ofreciendo su abstención cuando el tiempo corría en contra de la investidura, ni tampoco valen las exigencias de vicepresidencias y ministerios alargando así el proceso democrático. Un alargamiento, unas negativas, unos envites y unas exigencias que tienen a todo un país paralizado y en funciones.

Los ciudadanos hablamos, de forma clara… lo volveremos a hacer el 10 de noviembre, pero son ustedes, señores políticos, los que tienen que tener la madurez y coherencia necesaria para sentarse y negociar de forma responsable para que nuestro país siga funcionando.

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