Testimonio de Adelina Ibáñez Mexcua

Adelina Ibáñez.

Tremendísimos testimonios fueron transcritos en nuestras páginas, testimonios de víctimas del conocido caso de ‘bebés robados’ que tuvo lugar en nuestro país durante varias décadas.

Muchas son aún las familias que continúan incompletas, madres que buscan hijos o hijas, hijos que buscan a sus verdaderos padres, hermanos en busca de otros hermanos. Condenados a la separación y al olvido debido a una trama de adopciones realizadas por un procedimiento, cuanto menos, muy discutible.

Durante muchos años, la Justicia ha guardado silencio en este aspecto. Pero esta situación viene cambiando. Es por ello que hoy publicamos el testimonio de Adelina Ibáñez Mezcua, recordando de este modo que el próximo día 18 de octubre a las 10’00 horas, se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid el juicio en el que ha desembocado la gran batalla librada por Adelina para encontrar a su hijo Bruno, arrancado cruelmente de sus brazos.


Como no tenía Seguridad Social, me comentaron que fuera a hablar con la asistente social de “Santa Cristina” y la contara mi problema. La asistenta era la famosa monja, ella me ayudaría. Cuando yo llegue allí, pregunté por ella, la expuse mi problema, y se ofreció a ayudarme. Ne mandó a que me reconociera el médico. Después ella me dijo que lo mejor era darlo en adopción; yo me negué, la dije que quería quedarme a mí bebé, ella intentó convencerme durante el embarazo, a lo cual siempre me negué.

Cuando me puse de parto, ingresé de beneficencia de la madrugada del domingo al lunes, del 26, al 27 de octubre de 1975. Me llevaron a una habitación roja, en la cual no había nadie. Yo soy de parto rápido, con lo cual mi bebé nació rápido, estando sola. Al parirle, le toqué el cuerpecito, nació vivo, pedí ayuda… Al llevarme al paritorio, el médico estaba de lado, la enfermera me puso la mascarilla y me anestesiaron…

Al despertar noté que me pinchaban para hacerme análisis, pregunté qué había tenido. Me respondieron que estuviera tranquila que ya me lo dirían. Vi cómo venía la famosa monja. La pregunté por lo que había tenido. Me dijo que ya me lo dirían, me reconoció el médico y le pregunté por el sexo del bebé, le pregunté por qué me anestesió, si ya había nacido mi bebé.

El médico me lo negó, me dijo que lo que eché fue la placenta previa. Se lo negué porque a mí hijo lo parí yo sola, y le toqué el cuerpecito, le dije que se equivocaría de parturienta, me dijo que había tenido un niño, pero estaba en la UCI, porque había nacido con el factor RH- y había que cambiarle la sangre. Pedí verle, y me lo negó porque estaba constipada y podría pegarle el virus, a él y al resto se recién nacidos.

Insistí en verlo aunque fuera a través de los cristales; me lo negó, y me dijo que al día siguiente. Yo, enfadada, quise salir a verle. Me lo negó y me amenazó, me dijo que no saliera… En eso llegó la famosa monja, con un documento para firmar, diciéndome que era la autorización para la trasfusión de sangre. Lo firmé sin leerlo, por tanto no sé si era eso o la renuncia de mi hijo (pero luego me dijeron que falleció).

Al día siguiente volví y esperé en la puerta del despacho de la famosa monja (día 28 de octubre de 1975). Fui antes de las 13 horas por si podía antes la monja y me acompañaba a ver a mi hijo… Vi salir a un señor del despacho y detrás a una señora con un capacho debajo del brazo. Detrás, la monja, que puso muy mala cara al verme allí, me dijo que qué hacia allí tan pronto.

Se fue detrás de la pareja, y tras decir algo a la señora, las dos se volvieron a mirarme. Yo salí, y qué casualidad que por un portón que hay al lado salió el matrimonio llevando a mi hijo. Se metieron en un coche grande. La monja, al verme ir hacia ellos, empujó a la señora para que se metiera rápido en el coche, se fueron…

La monja me dio con el portón en las narices, di la vuelta al despacho. La monja me amenazó tras decirla yo que era mi hijo el que se llevaron, me dijo que no, que mí hijo había muerto la noche anterior. La dije que me había engañado con las firmas y me había quitado a mi hijo Bruno.

Me dijo que era joven y tendría más, y al próximo le pusiera Bruno. Otra monja que estaba en ocasiones con la otra me dijo que no volviera por allí, que allí no se me había perdido nada. Pedí informes, certificado de defunción, y me dijeron que con estos niños no había nada. Quise enterrarle yo, que tenía sociedad, y cuando fui me dijeron que ya lo habían enterrado en una zona del patio de “Santa Cristina” que tenían para estos niños. Quiero justicia, verdad y encontrar a mí hijo.

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