Testimonio: Cristina Moracho

Testimonio: Cristina Moracho

Hola. Yo busco a mi hijo sietemesino que nació vivo en un parto domiciliario el día 14 de mayo de 1984; yo tenía 17 años y estaba sola en casa con mi hija Jesica, de 15 meses, tuve al niño, el cual nació llorando y no paró de llorar, gemir y patalear durante unas dos horas aproximadamente. Le corté y anudé el cordón umbilical, le envolví en una toalla y, tras pedir ayuda, ya que no tenía teléfono, vino el médico de guardia a casa, le puso oxigeno y mucho algodón por el pecho (para mantenerle más calentito) y nos llevaron a Madrid (yo vivo en Collado Villalba) y por la urgencia y estar más cerca nos llevaron al Hospital Clínico San Carlos. Justo antes de llegar el niño dejó de llorar, cerró los ojitos y se quedó quietecito (pudo dormirse). Al llegar allí, a él se lo llevaron por un lado y a mí por otro, ya que yo perdí mucha sangre y no había expulsado la placenta. Me estuvieron preguntando, yo pensé que por curiosidad y mantenerme despierta. Ahora pienso que sacándome información; yo no paré de preguntar por mi hijo y me decían que lo estaban examinando y reanimando que luego lo vería; yo seguí insistiendo y me dijeron que lo sentían, pero el bebe había muerto, que me olvidara, que era muy joven, que ya tendría más, que ya tenía una niña que me necesitaba. Yo decía que no podía haber muerto porque tenía mucha vitalidad y ganas de vivir, aparte de buenos pulmones, que no paró de demostrarlo. Yo pedí verlo una y otra vez, y mi pareja, que llegó a verlo vivo, se fue a llevar a mi hija con mi hermana y llegó después al hospital con mis padres. Ellos también pidieron verle, pero nos daban largas. A ellos les decían que se marcharan que yo tenía que descansar. Como seguimos pidiéndolo, nos dijeron que lo sentían pero se le habían llevado ya (creo que fue su excusa, ya que a mí no podían enseñarme otro bebe muerto, si lo tenían, ya que yo conocía a mi bebe y me daría cuenta y mi pareja lo mismo). Yo les increpé, que dónde se lo habían llevado, que era mío y me lo tendrían que dar a mí. Me dijeron que no, que los abortos o fetos de menos de 24 horas ellos tenían un convenio con el Estado y el Ayuntamiento y se hacían cargo de enterrarlos. Pregunté que dónde, para ir, y me dijeron que me olvidara (su frase favorita), que allí no podía ir, ya que, como estos niños estaban sin registrar ni bautizar, los enterraban en fosas comunes y ahí no dejaban entrar (yo pensé que era el osario, porque, efectivamente, ahí no dejan). Al día siguiente fue una señora vestida de calle que yo pensé que era trabajadora social a que firmara un documento autorizando a hacerse cargo del cuerpo. Yo firmé sin leerlo, ¿cómo iba a desconfiar de personal sanitario que se suponen que están para ayudarte? Ella sabía mi historia y me volvió a decir que me olvidara, que ya tendría mas, que era muy joven y una niña de 15 meses… Me preguntó nombre apellido y fecha de nacimiento. Al irse, la pregunté si mi marido no tenía que firmar, y, tras poner cara de asombro y preguntarme: ¿pero tú no eres madre soltera? Yo la respondí que sí, pero que tenía mi pareja, que era el padre de mis hijos; ella me preguntó nombre, apellidos y fecha de nacimiento (pero lo de él no lo anotó) y me dijo que no hacía falta que él firmara y que no se lo dijera. También fue a verme una monja que sabía mi historia; me soltó el mismo discurso que las demás, que me olvidara… Y, además, me dijo que pensara que era lo mejor que podía haberle pasado a mi bebé, y que era un angelito que estaba en el cielo velando por mí. Cuando me dieron el alta, cinco días después, como si fuera una cesárea, en el informe ponía que había tenido un parto domiciliario de varón muerto de 31 semanas, el cual llevaba el cordón seccionado y anudado correctamente y sin signos de maceración (que no olía mal, como era lógico, ya que nació vivo). Yo les dije que porque ponían muerto, si mi hijo nació vivo. Me dijeron otra vez lo de que si viven menos de 24 horas se les cataloga como “aborto o feto muerto”. Les pedí un certificado de defunción, enterramiento y de dónde lo habían enterrado. Ellos me dijeron que no había nada más, que ese informe de alta era lo único que había en estos casos. Yo siempre creí en mi interior que mi hijo no había muerto, pero me decían los allegados que como lo tuve yo, lo vi vivo y luego no lo vi muerto, por eso me daba esa sensación. Yo misma tenía una lucha interna porque decía: ¿cómo va a estar vivo?, si quien lo tenga tiene que criarlo y mantenerlo, pero quién nos iba a decir la trama organizada de venta de bebes que tenían.
Tras oír lo del reportaje de María Antonia Iglesias en Interviú, pensé eso porque es en San Ramón, si llega a ser en el Clínico, afirmo que es lo que le pasó a mi hijo, pero ni por la imaginación se me podía pasar que era por toda España. Yo nunca lo superé y me juré que no iba a tener más hijos; mi hija siempre ha pensado también que no murió (y mi marido que murió en el año 2000 de cáncer, no se lo llegaba a creer que estuviera vivo, él pensaba que por lo que sucedió, yo no lo había superado). A últimos de 2010 y primeros de 2011, yo me pongo a indagar a raíz de una publicación en el 20 minutos sobre una niña robada en el Clínico mes y medio antes de lo mío. Hablo con esa madre… después con Flor Díaz (que estaba en la Asociacion Anadir) y pido documentación, en el Clínico, después de confirmarme que mi historia esta informatizada. Viendo de qué iba el tema, me contestan que no la tienen y que yo nunca estuve ingresada en ese hospital; por no darme un certificado negativo, me dieron los resultados de analizar la placenta (lo cual todo era correcto). En el legajo de aborto dicen que ingrese allí el día 14 de mayo de 1984 a las 11 de la noche y allí tuve a esa hora y lugar a mi bebé, asistida por el jefe de ginecología, que nació muerto por “anoxia intrauterina” (o sea que nació muerto por no tener oxigeno en la sangre ni en los órganos vitales). Un niño que nació vivo, llorando y llegó al hospital con el oxigeno puesto, ¡increíble! Que después de examinarlo el médico, como presenta descomposición, autoriza a los funcionarios del cementerio de la Almudena a que le entierren a las 24 horas. Y en el certificado de enterramiento pone que lo enterraron en quinto lugar en la zona que tenían habilitada para ese fin el día 20, o sea seis días después de morir supuestamente, llevándoselo tan corriendo que no nos lo enseñan y descompuesto, como firman que estaba ¡eso no se lo cree nadie! Lo autoriza un capellán y lo autoriza de caridad, pero el día 19, cinco días después, el día que a mí me dan el alta, por eso consta enterrado seis días después. Pone que a los once años lo exhumaron y lo metieron en el osario (yo siempre he oído que en las tumbas provisionales los tienen diez años y luego avisan a la familia por si se hacen cargo). El cementerio debía informar al hospital y éste a la familia, lo cual no hacían porque no les interesaba. La fiscal me archivó la denuncia porque dijo que todo estaba bien, eran errores administrativos y había un certificado de enterramiento, ¡se creen que somos tontos! Yo pienso que mi hijo no lo sabe porque de momento no me busca. Yo tengo hechas las pruebas de ADN, a él, al ser sietemesino le han podido reconocer en su día o hasta dos meses después. Yo seguiré buscándole y haciendo lo que pueda dentro de mis posibilidades, y mientras viva; la esperanza es lo último que se pierde, y espero encontrarlo algún día, juntarle con su hermana, que la haría mucha ilusión encontrarle, e intentar zanjar este capítulo tan doloroso de mi vida, “encontrando a mi hijo Miguel Ángel” (ese nombre ya le tenía asignado desde antes de nacer su hermana, ya que, si era niño, se iba a llamar así). Como digo, yo este nombre le va ni que hecho a la medida: Miguel Ángel -mi ángel. Bueno, amigos, esta es mi historia y la he querido compartir con todos vosotros ¡Gracias!

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