Los talibán disuelven con violencia las primeras manifestaciones

Los talibán disuelven con violencia las primeras manifestaciones

El rostro amable que quieren exhibir los talibán ante la comunidad internacional contrasta con la realidad de sus acciones en estos primeros días.

Mientras que anuncian que formarán un “Gobierno incluyente”, según insiste Zabihullah Mujahid, su portavoz, unos milicianos abrieron fuego contra una manifestación de hombres que protestaban en Jalalabad, a 150 kilómetros de Kabul. El resultado es tres personas muertas y una decena de heridos.

Está claro que los dirigentes talibán no tienen la más mínima intención de instaurar un régimen democrático que proteja derechos humanos. “No tiene ninguna base en nuestro país. No vamos a debatir qué sistema político aplicar en Afganistán porque está claro: es la sharía y eso es todo”, dijo a Reuters Waheedullah Hashimi.

Los afganos desconfían de esa cara amable que pretenden proyectar los nuevos gobernantes del país centroasiático.

En las imágenes grabadas en la segunda capital más importante de Afganistán hay razones para esa desconfianza. Varios hombres que portaban una bandera afgana huyen ante el sonido de los disparos de los milicianos.

Así, los talibán también han respondido con violencia en otros lugares a las manifestaciones pacíficas. Ocurrió en Khost y en Asadabad (Kunar). Estas veces sin víctimas.

Además, impiden que cientos de afganos que quieren salir del país puedan hacerlo. Y eso pese al acuerdo con Estados Unidos en ese sentido. El aeropuerto de Kabul es prueba de ello.

A ello se unen las primeras acciones contra las mujeres. La pequeña protesta pacífica del martes en la capital afgana no ha pasado de ser simbólica.

Los talibán imponen la sharia

Los fundamentalistas islámicos han prohibido a las mujeres volver a sus trabajos. En la televisión estatal RTA, la presentadora de noticias Khadija Amin ha sido reemplazada por un talibán.

Por su lado, a El País, Fawzia Koofi, una de las cuatro mujeres que participaron en las negociaciones frustradas de Doha se muestra preocupada.

“No creo que sea tan seguro como dicen. Todo es muy caótico. Hay distintos grupos –entre los talibán— y gente que está tratando de sacar tajada. La situación varía por provincias”, declaró al diario español.

Según sus informadores, “hay enfrentamientos políticos entre esos grupos. En algunas provincias se pelean entre sí y algunos no están contentos con la amnistía anunciada”.

Se reproduce la misma situación que tras la invasión y retirada soviética. Guerras intestinas entre los ‘señores de la guerra’ afganos. “¿Cómo puede ser seguro el país tras el colapso institucional y la liberación de criminales?”, se pregunta Koofi.

Además, los jóvenes varones, armados, obligan a las mujeres a cubrirse con el burka. “No tienen educación ni islámica ni convencional. Su única educación son las armas. Va a ser muy complicado controlarlos”, señala.

La capital parece tranquila, pero “si Kabul parece tranquilo es porque la mayoría de la gente ha optado por quedarse en casa. No hay tráfico y solo los talibanes están la calle”, apunta.

A pesar de lo que le viene encima, esta mujer insiste. “He invertido mi vida y mi energía en este país, voy a seguir luchando por los derechos de las mujeres”, zanja.

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