“Ermitaño por decreto”, por Mari Ángeles Solís.

Se había acostumbrado a sentir el abrazo del sillón. Mantenía la habitación en media penumbra, como si fuese el fulgor de una vela que vacilaba. Tras las cortinas se hallaba la inmensidad pero le daba fatiga correrlas… acaso, temía que le confesaran que la vida seguía su curso mientras él se marchitaba. Los latidos del … «“Ermitaño por decreto”, por Mari Ángeles Solís.»

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