“Sentencias que avergüenzan”, por Mari Ángeles Solís.

Mari Ángeles Solís del Río.

Mari Ángeles Solís del Río · @mangelessolis1.
“Yo tengo clavada en la conciencia…”

Noche de agosto en tierras andaluzas, cuando el aire caliente enreda los sentimientos. Noche de luna, de estrellas palpitantes… de balas cobardes que lastiman la madrugada. Que se enerva la sangre derramada en los caminos y en las piedras se enmudece el grito desgarrado que soñó la libertad.

“Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia…”

Noche de agosto. Aquella noche… Aquel once de agosto. De Sevilla a Carmona. Kilómetro 4. Luna de pergamino que te llamó Lorca, que te engalanaron poetas sobre el hastío y la soledad. Dime, qué opinas tú de las almas podridas?, de las manos que matan incapaces de sembrar? de los ojos que esconden la verdad entre rastrojos? dime por qué, impávida, miras y te callas…? Presientes el crimen… y callas. ¿Dime, por qué, Luna? ¿Por qué tanta maldad?

“Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero…”

Sin juicio ni sentencia, como animales salvajes… le sacaron de su casa, allá en Coria del Río. Eran unos hombres, sombras de los caminos… ¡Que la libertad se escapa si la vida… pende de un hilo! Sin juicio ni sentencia… como la mano que juzga en contra de la verdad. Injusticias proclamadas a gritos por asesinos, por caminos… que no tienen final.

“Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto…”

Victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936. El movimiento andalucista cobró toda su fuerza. La Asamblea de Sevilla del 5 de julio nombró a Blas Infante presidente de honor de la que sería Junta Regional de Andalucía. Y la luna lunera, luna de pergamino, que también era poeta. De las piedras brota hierba y de los huesos… miseria.

“Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre…”

Pasaron cuatro años desde que asesinaran al padre, padre de la patria andaluza como tantas otras patrias. Patrias de sangre y sudor, de polvo en los caminos, patrias de hombres libres que buscan su destino. 4 de mayo de 1940 en Sevilla, el Tribunal de Responsabilidades Políticas, le condena a muerte tras cuatro años muerto, cuatro años asesinado de Sevilla a Carmona, kilómetro 4 aquel once de agosto. Ironía del destino, necedad de los salvajes… condenar a muerte a un muerto que luchó por la libertad, y condena a la mujer que lo amaba… condena que había que pagar. Multa económica a la familia, desvergüenza de asesinos, alimentados de sangre ajena, alimañas en el zarzal.

“Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo”.

11 de agosto de 1936. De Sevilla a Carmona, kilómetro 4. Un grupo de falangistas asesinan a Blas Infante, padre de la patria andaluza, sin juicio ni sentencia. Cuatro años más tarde, vuelve a ser condenado a muerte, ya muerto, y sus herederos condenados a pagar 2.000 pesetas.

Y la luna lunera miraba hacia el vacío, como si a la carretera le naciesen alas, como si los huesos esparcidos, llorasen en la madrugada.

Y la luna lunera, luna de pergamino… callaba.

“Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo”. Blas Infante.

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