«Sensacionalismo: la ruina moral», por Carmen Vicente.

Carmen Vicente Muñumer.

Decía la gran periodista Rosa María Calaf que “hoy en día los grandes medios no nos informan, nos entretienen y, a veces, con muy mala intención”. Es tremenda esta afirmación, de la cual estoy completamente de acuerdo. Y este hecho nos está llevando a una deriva moral que, en ocasiones, cruza el límite del esperpento.

Digamos que la función del periodismo en esta sociedad es el de informar, pero los magnates de los grandes medios les dan otro papel (basándose en la audiencia principalmente): el de generar dinero.

Esto ha llevado a la putrefacción de los medios, llevando a cabo fórmulas nada escrupulosas.

La chabacanería, griterío, confrontación, sensacionalismo e insulto, son la base de muchos de los programas televisivos que se nos muestra a diario y, lo que es peor, en cualquier franja horaria.

He de reconocer que la razón que me ha llevado a hacer este artículo, ha sido la utilización del dolor y la conmoción creada en el caso Julen. Cientos de horas mañana, tarde y noche, hablando sin decir, la mayoría de las veces, absolutamente nada, pero reflejando una y otra vez la desgracia de una familia. Ese sensacionalismo y, después, la utilización que algunos han hecho de ello de forma exacerbada y continua, fue la gota que colmó mi paciencia.

¿Hasta dónde será capaz de llegar cierto “periodismo” para estar por encima del “compañero”? Me pregunto si oírse hablar a ellos mismos no les produce repulsión. ¿No se sienten manejados? ¿No tienen complejo de marionetas? ¿Qué línea tienen que rebasar para dar un golpe en la mesa y decir ¡basta!?

Vemos continuamente cómo, sobretodo los medios audiovisuales, juegan con el sentir de la gente; como también hemos podido ver, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que la política sin escrúpulos intenta sacar provecho de ello.

La utilización de la tragedia y el dolor de una familia para obtener votos, a mí personalmente, me produce náuseas; aparte de generar una auténtica vergüenza. Hemos podido ver, en referencia a este caso, cómo desde el principal partido de la oposición, en su 19 congreso extraordinario no se apocaban aplaudiendo semejante declaración: “este partido está con las víctimas, y como está con las víctimas, quiero hacer un recordatorio: Julen, desde el pozo tan oscuro donde estás metido, Juan José Cortés, este partido y España está contigo”.

Aunque en realidad, ha sido una doble utilización: Primero, usando a una persona con un pasado trágico para provocar más sensacionalismo. Y segundo, haciéndose dueños de un dolor que, cualquier persona con un mínimo de empatía y sentimiento, sufre y adolece por esa u otra tragedia, independientemente de su ideal político o nacionalidad.

Lo último que hemos sabido sobre este caso, y sobre cómo hacer política carroñera, es que en la “zona cero” (les ha faltado tiempo para poner la etiqueta al lugar de los hechos), el ayuntamiento de Totalán la quiere convertir en un recinto museístico… ¿En serio?

En vez de poner más control y medidas para evitar la ilegalidad y dejadez de estos pozos, e impedir otra tragedia como la ocurrida… ¿ponemos un museo en cada desgracia que ocurra en ellos? ¿Hasta qué punto llega la estupidez humana? ¿En qué nos puede ayudar crear un gasto para ese fin? ¿Tal vez recordarnos continuamente que no supimos evitarlo porque miramos para otro lado?

Sinceramente, y bajo mi punto de vista, debería estar prohibido por ley, la utilización de estas desgracias personales como oratoria política. ¿De verdad pueden sentirse orgullosos de conseguir el voto o simpatía, utilizando el dolor ajeno?

¿Y qué decir de nosotros, la gente de a pie? ¿Por qué consentimos que nos bombardeen y nos usen a diario? Consumimos está información a sabiendas de tener muy claro que no está bien. A sabiendas de que se va más allá de lo permitido y soportable para cualquier familia, si nos pusiéramos en su lugar. La empatía… creo que necesitamos darla uso mucho más a menudo.

Así que yo pregunto a unos y otros… al periodismo cutre, macarra, sensacionalista, el de la total desinformación e interesada audiencia: ¿Realmente pueden conciliar el sueño? ¿Pueden seguir viviendo sin tener un mínimo remordimiento o asco? Y sobretodo, ¿se ven a sí mismos como auténticos periodistas?

A los que intentan sacar provecho político basando sus lemas en las desgracias, en vez de hallar soluciones: ¿Qué les parece si a partir de ahora, precisamente a ustedes, les apartamos de nuestras urnas?

Y a nosotros, que tenemos el poder en nuestras manos, que deberíamos ser conscientes de que realmente somos quienes decidimos, parémonos a pensar: ¿Qué nos aporta ver a diario el dolor de unas familias que han perdido tanto? Cambiemos esta ruina, seamos la base de un nuevo cimiento moral. Podemos y debemos hacerlo.

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