Sánchez contra Florentino: la Guerra de la Superliga

Sánchez contra Florentino: la Guerra de la Superliga

El anuncio de la fundación de la Superliga ha provocado un terremoto que va más allá del mundo del fútbol. Algunos Gobiernos europeos se han posicionado. Y no precisamente a favor.

Emmanuel Macron en Francia, Boris Johnson en Reino Unido, Mario Draghi en Italia son algunos de ellos. Incluso la Unión Europea. A ellos se ha unido el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Desde Moncloa entienden que la Superliga “ha sido pensada y propuesta sin contar con las organizaciones representativas de este deporte”. “Tanto a nivel nacional como internacional”, precisan.

En ese sentido, José Manuel Rodríguez Uribes, ministro de Cultura y Deporte, se ha pronunciado pidiendo diálogo para un acuerdo benficioso para todos.

Uribes ha mantenido conversaciones con el esloveno Aleksander Ceferin, máximo dirigente de la UEFA, con Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Javier Tebas, su homólogo de LaLiga.

A su vez, ha mantenido contactos con tres de los mayores impulsores del proyecto futbolístico. A saber, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, Joan Laporta, del FC Barcelona, y Enrique Cerezo, del Atlético de Madrid.

Un gran impacto económico para LaLiga

Precisamente, Tebas ha apuntado que el impacto económico de la Superliga será de 1.720 millones de euros y 59.878 empleos menos.

El ministro sostiene que se debe “volver a la senda del diálogo”. Defiende que hay que regresar al “acuerdo en los ámbitos de decisión y organización a los que estos mismos clubes pertenecen para lograr una solución pactada que sea conveniente al fútbol y al deporte”.

Pero no sólo eso. Hay que dialogar tanto con los “organismos nacionales e internacionales” como con “los equipos, los profesionales y la afición en general”.

Uribes asegura que hay “disposición de todas las partes a este diálogo” para alcanzar un “acuerdo amplio” y pide “espíritu deportivo”.

Por su parte, Johnson no ha sido tan indulgente. Sostiene que “los planes de una Superliga serían muy dañinos para el fútbol. Golpearían el corazón del deporte doméstico y preocuparían a los aficionados de todo el país. Los clubes implicados deben responder ante sus aficionados”.

“Vamos a mirar con las autoridades del fútbol todo lo que podemos hacer para que no salga adelante”, añade. Toda una declaración de intenciones.

A su vez, Draghi defiende “preservar las competiciones nacionales, los valores de la meritocracia y la función social del deporte”.

Además, Macron ataca directamente al corazón de esa Superliga. Representa, dice, “una amenaza al principio de solidaridad y el mérito deportivo”.

Lo explica porque quince de los participantes serían fijos y que aún no está claro cómo se elegirá a los otros cinco. En Francia, por ahora, no hay ninguno equipo francés que se haya decantado por la Superliga, ni siquiera el PSG.

La Superliga no convence a ciertos futbolístas

Tampoco gusta a algunos futbolistas. Ander Herrera (PSG) apunta que cree “en una Champions mejorada, pero no en que los ricos roben lo que el pueblo creó”.

En esa línea se han manifestado Cancelo (Manchester City) y Bruno Fernandes (Manchester United). Precisamente, sus equipos son dos de los doce cofundadores iniciales.

La FIFA, en cambio, aún no se ha pronunciado, aunque sí lo hizo en enero, en contra. Si se cumple la amenaza de Ceferin de expulsar de las competiciones europeas a los equipos participantes o la prohibición de que sus jugadores sean seleccionables para las escuadras nacionales, el problema se agiganta.

Y ahí es donde entra la FIFA. Ni Messi, ni Ramos, ni Kroos, Pogba, Joao Félix, etc. podrían jugar el Mundial de Qatar en 2022. Y aquí surge la pregunta del millón, nunca mejor dicho.

¿Qué interés tiene para las televisiones, para el público en general un Mundial de fútbol sin sus estrellas? Es más. Si no están esas estrellas y, por tanto, baja el nivel futbolístico, los ingresos, si los hubiera, también bajarían.

Resultaría más complicado de vender, sería más barato para las televisiones, todas las publicidades caerían, etc. Lo mismo sucede con la Eurocopa, que arranca en apenas dos meses. Y en eso están.

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