El 10 de enero de 2020, nos dejó un gran socialista. Uno de esos que hacen suyos los valores que nos enseñó Pablo Iglesias Posse en su vida diaria y que nunca tuvo la necesidad de pregonarlo a los cuatro vientos, como hacen otros de manera rimbombante e innecesaria.
He compartido conversaciones con él y su familia que guardaré siempre en mi corazón y que, sinceramente, echaré mucho de menos ahora que ya no estará. No obstante, será ese recuerdo lo que haga que permanezca entre nosotros y tenga un atisbo de eternidad.
Román Delgado Balseiro fue un ejemplar padre. No hay más que ver a su hija, Montserrat, una mujer comprometida con innumerables causas sociales, sobre todo con el cambio climático, una cuestión que, ciertamente, nos afecta a todos puesto que está en juego nuestra propia supervivencia.
También fue un excelente marido. En mi memoria quedará grabado cómo acompañaba a su mujer siempre a todos lados. Eran un matrimonio que se quería y que se respetaba. Ese Vicálvaro, que antaño se levantó en armas en el siglo XIX para propiciar un gobierno progresista, te reservará un lugar prominente, ahora que ya no pasearás más por sus calles.
Román era un lector voraz y no se perdió ninguno de mis libros. Cuando presenté una biografía sobre el fundador del PSOE, me dijo que tendría que hacer varios volúmenes sobre su insigne vida porque había sido una persona única e irrepetible. También me señaló la fuente: sus innumerables artículos publicados en El Socialista, el periódico que fundó y al que le dedicó todos sus esfuerzos. De hecho, muchas veces sufrió severas privaciones para que el mismo vea la luz.
Escribió el gran Leonardo Da Vinci, de quién conmemoramos este año el quinto centenario de su muerte, que “Como un día bien pasado trae un sueño feliz, la vida bien utilizada trae una muerte feliz”. Puedes irte tranquilo, Román, tu paso por el mundo ha dejado huella.