“Retazos de la historia: atentado y represión”, por Víctor Arrogante.

Víctor Arrogante.

Víctor Arrogante · @caval100.
Corría el año 1973, cuando coincidieron dos acontecimientos que atrajeron toda la atención de la opinión pública. El 20 de diciembre, el almirante Carrero Blanco, jefe del Gobierno y mano derecha de Franco, fue asesinado por ETA. Los Estados Unidos de América no se encontraba muy lejos. Esa misma mañana, en el Tribunal de Orden Público comenzaba el juicio del Proceso 1001/72 contra la cúpula del sindicato Comisiones Obreras, que era un proceso contra la clase trabajadora.

La conmoción fue total entre las filas del régimen; también entre la oposición. El atentado condicionó los últimos años del franquismo y a la misma Transición a la democracia. Carrero blanco fue reemplazado por Carlos Arias Navarro, ministro de Gobernación y encargado, precisamente, de su seguridad de Carrero. La oposición democrática había demostrado que su capacidad de movilización era limitada y el franquismo, aunque en crisis, seguía estable en el poder.

El 24 de junio de 1972, la dirección de Comisiones Obreras, principal opositor a la dictadura en el ámbito obrero, fue detenida en un convento de Pozuelo de Alarcón donde se encontraba reunida. Permanecieron encarcelados hasta la celebración del juicio, más de un año después, el 20 de diciembre, coincidiendo con el asesinato del presidente del Gobierno, lo que originó una tensión añadida. Los acusados se enfrentaban a la acusación de asociación ilícita por ser dirigentes de un sindicato ilegal vinculado al Partido Comunista de España.

El día del juicio, se produjeron algunos incidentes en las proximidades del Palacio de Justicia, aunque el orden fue absoluto en el interior de la sala. Pequeños grupos intentaron manifestarse en las inmediaciones de la plaza de Colón, zona de Serrano y Cibeles, pero la Policía Armada se encargó de impedirlo, produciéndose una decena de detenciones. En el ámbito laboral, la normalidad fue prácticamente absoluta. En la Universidad hubo escasa asistencia de alumnos.

A la una de la tarde Radio Nacional de España emitió el primer comunicado del Gobierno, en el que no se mencionaba que había sufrido un atentado terrorista. Torcuato Fernández Miranda asumió automáticamente la presidencia. Horas después, la Dirección General de Prensa, reconoció que se ha había tratado de un criminal atentado. A las 23 horas, ETA reivindicó la autoría en medio del estupor general. Declaró que lo había hecho en venganza por los militantes vascos asesinados y en nombre de la liberación nacional del pueblo vasco.

Este es el retrato que Antonio Elorza, hacía del almirante en su artículo La muerte del valido de Franco: “Lo propio de Carrero es la contrarrevolución, el anticomunismo a ultranza, la satanización de la masonería, de acuerdo con una visión conspirativa de la historia en que las fuerzas infernales tratan de imponerse hasta la aparición de una cruzada salvadora como la encabezada por Franco: El diablo inspiró al hombre las torres de Babel del liberalismo y del socialismo, con sus secuelas marxismo y comunismo, y la masonería a modo de instrumento para su penetración. España quiere implantar el bien, y las fuerzas del mal, desatadas por el mundo, tratan de impedírselo”.

El comienzo del juicio del proceso 1001, coincidiendo con el atentado, no iba a traer nada bueno para los sindicalistas juzgados, cuyas largas condenas se dictaron el 30 de diciembre hace ahora cuarenta y seis años. La severidad de las condenas tuvo que ver con el asesinato de Carrero Blanco por ETA. Los miembros de la dirección de CCOO, conocidos como “los diez de Carabanchel”, fueron condenados a penas de 20 y 12 años de prisión, por formar parte de una organización ilegal por su vínculo con el Partido Comunista de España. Un total de 162 años de cárcel sin precedentes en Europa. Marcelino Camacho, en su alegato de defensa, dijo a sus señorías “sirven a una dictadura que se está hundiendo”. Tras la muerte de Franco, fueron indultados. La Ley 52/2007 (Memoria Histórica), por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, declaró que el TOP era ilegítimo, así como las condenas y sanciones dictadas por “motivos políticos, ideológicos o de creencia”.

Con la muerte del almirante se abrió en España una época convulsa que preocuparía mucho a EEUU y más cuando se debía renovar el acuerdo militar, que permitía el mantenimiento de sus bases militares en suelo español. La extrema derecha del régimen −el búnker−, se reforzó y pidió sangre. Como consecuencia de todo aumentó la represión y se produjeron las ejecuciones de 1974 y 1975. El entonces príncipe Juan Carlos y el sector moderado perdieron el apoyo que les garantizaba una sucesión tranquila tras la muerte de Franco. En cuanto al sorprendente nombramiento de Arias Navarro como nuevo jefe de Gobierno, cabe atribuirlo a la influencia que la esposa de Franco, Carmen Polo, y su camarilla tenían sobre el debilitado dictador.

El consenso de los historiadores es que la muerte del presidente del Gobierno no cambió el curso de la historia que acabaría en la Transición. El cambio de Régimen no dependía de una persona, pero la muerte del almirante facilitó el paso a la democracia, y quizá aceleró la decrepitud de Franco, y evidenció que no todo estaba tan “atado y bien atado”. El llanto en público del dictador tembloroso, dando el pésame a la viuda del almirante fue la imagen más poderosa del declive del Régimen. Carrero fue un duro pero incorruptible representante de un Régimen que hizo de la corrupción su esencia.

La proximidad de la embajada de EEUU, a escasos cien metros del lugar del atentado, donde el secretario de estado Henry Kissinger había estado hasta la víspera, hacía muy difícil la preparación del ataque sin levantar sospechas de los servicios secretos españoles y norteamericanos. La documentación de la embajada de EEUU en España desclasificada en 2008, señala la colaboración de los servicios secretos norteamericanos en el magnicidio y explicaba que “el mejor resultado que puede surgir sería que Carrero desaparezca de la escena”. Estos datos sumados al análisis de los explosivos empleados, tanto en la ejecución material del crimen, como en la segunda bomba colocada en un vehículo que no llegó a explosionar, apuntan a que la base de Rota, fue punto de paso y manipulación de los explosivos. En el comunicado hecho público por ETA señalaba explícitamente que no había existido ninguna colaboración de la CIA.

El sumario 1001/72 sirvió para poner en evidencia la falsedad de la imagen de liberalización que el régimen intentaba transmitir de cara al exterior para ganarse las simpatías de las potencias occidentales, especialmente de los países integrantes de la Comunidad Económica Europea. El proceso se desarrolló en un momento en el que el crecimiento económico se agotaba y España entraba en una perspectiva de crisis. CCOO era la principal, casi la única, fuerza sindical democrática de los trabajadores. “Actuábamos como movimiento sindical organizado, pluralista y unitario, de carácter sociopolítico, de clase y de masas, democrático e independiente, que unía a partir de la defensa de las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, la lucha por las libertades sindicales y democráticas“ (Marcelino Camacho).

Cuando Carrero Blanco voló a los cielos de Madrid, comenzó una nueva historia en España. El régimen franquista, malherido y moribundo estaba dando peligrosos coletazos. La durísima sentencia contra los sindicalistas, traspasó las fronteras y en muchas ciudades europeas hubo manifestaciones de protesta y a favor de la amnistía.

El proceso 1001 fue una condena al conjunto de la clase trabajadora, personalizada en los líderes que habían organizado y dirigido la lucha contra la dictadura. Supuso un paso importante en la confluencia de muy diversa naturaleza política e ideológica en la lucha por la libertad y la democracia. Forma parte de la historia de la represión.

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