Resumen histórico del socialismo español (4)

Por Eusebio Lucía Olmos.
4.- El primer diputado socialista en el Parlamento español

La generalizada expansión colonialista de las grandes naciones europeas vino a imbricarse, tras la pérdida de las últimas colonias, en la hispana tendencia africanista, constituyendo el factor determinante de las aspiraciones de ciertos sectores del capitalismo nacional, interesados en participar en el reparto del norte de África. En la distribución de la “protección” europea sobre este territorio le correspondió a España una pobre zona montañosa y carente de red de comunicación alguna. La natural resistencia de los marroquíes a aceptar el dominio español en sus tierras supuso violentos enfrentamientos que produjeron innumerables bajas, dando lugar a que en el verano de 1909 se produjese una amplia movilización de reservistas. El partido y la UGT decidieron declarar la huelga general contra la guerra, a cuyo inicial éxito respondió el gobierno con una fortísima e indiscriminada represión, dando lugar a la conocida “Semana Trágica” barcelonesa, con más de 100 muertos, 400 heridos y varios miles de personas detenidas.
Más de 2.000 trabajadores fueron procesados y 17 condenados a muerte, de los que se ejecutaron a 5. Entre éstos se encontraba un guardia civil que se había negado a disparar contra los huelguistas y el ilustre pedagogo Francisco Ferrer Guardia, que no había tenido responsabilidad directa en los hechos, y cuyo fusilamiento dio lugar a multitud de protestas en España y el extranjero. Tras esta dura represión, que incluyó la detención de nuestros dirigentes, sedes clausuradas y prensa suspendida, el partido decidió definitivamente participar en la Conjunción Republicano Socialista que presidiría don Benito Pérez Galdós. El resultado de formar parte de dicha coalición no se hizo esperar: en las elecciones generales celebradas en mayo de 1910, Pablo Iglesias sale elegido diputado por Madrid. Por primera vez se pudo oír la voz de un socialista en el Parlamento español. Sus intervenciones parlamentarias, así como su reelección en cuantos procesos electorales se convocaron hasta su muerte, aumentaron más aún la proyección nacional de la figura de quien por entonces ya había llegado a ser el más popular líder obrero. Su tesón, su austeridad, su sentido de la responsabilidad y su dedicación a la causa del socialismo le merecieron el respeto y la consideración de todo el país.
La segunda década del siglo se inició con un notable clima de tensión nacional e internacional. Como respuesta a la movilización contra la guerra de Marruecos y las protestas sociales, el gobierno de Canalejas suspendió las garantías constitucionales, al tiempo que Europa respiraba aires de guerra provocados por los nacientes nacionalismos. Ya desde 1912 los hombres de la Internacional venían tratando de evitar por todos los medios que obreros armados, de unos y otros países europeos, se fueran a enfrentar en trincheras opuestas. Pero sus esfuerzos fueron en vano. Parlamentarios socialistas alemanes, belgas y franceses votaron a favor de los créditos de guerra de sus respectivos países, y el conflicto estalló en el verano de 1914.
La neutralidad española hizo posible el crecimiento desmesurado de la demanda de determinados productos necesarios para los países en guerra, y el consiguiente enriquecimiento de sus propietarios. Armadores, fabricantes textiles, propietarios mineros y terratenientes cerealistas vieron crecer día a día sus negocios, a costa del consiguiente desabastecimiento del mercado interior, donde los precios crecían sin parar, dejando en precaria situación a los sectores más humildes de la sociedad.

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