Resumen histórico del socialismo español (11)

Por Eusebio Lucía Olmos.
11.- La renovación del PSOE (1970-1977)

A partir de 1970, determinados grupos de estos jóvenes recientemente adscritos comenzaron a cobrar un mayor protagonismo en la estructura del partido, con lo que la organización clandestina del interior fue retomando peso e iniciativa, imprimiendo una mayor dinámica a los acuerdos y acciones políticas conjuntas con las diferentes fuerzas de la oposición, en contraste con la actitud recelosa y pasiva de los sectores del exilio que encabezaba Rodolfo Llopis, quien ostentaba la secretaría general desde los años 50.
Ya en el Congreso de 1970, celebrado en la localidad francesa de Toulouse, el abogado laboralista sevillano Felipe González mantuvo un largo enfrentamiento dialéctico con Llopis, que se prolongó durante más de cinco horas, aunque siguió siendo elegido secretario general. No obstante, dos años más tarde no asiste a la siguiente reunión congresual, en la que se produce de hecho la ruptura entre las direcciones del interior y el exilio. Así se llegó a la celebración del XXVI Congreso, que se celebró en las afueras de París (Suresnes), en octubre de 1974, cuando ya la Internacional Socialista había reconocido expresamente al sector mayoritario, enviando a sus reuniones a destacados líderes mundiales, y en el que se dio un impulso definitivo a la renovación del socialismo español. La nueva ejecutiva fue encabezada, como primer secretario, por Felipe González – al que acompañaba Nicolás Redondo, como secretario de Organización, y una serie de jóvenes líderes como Alfonso Guerra, Enrique Mújica, Guillermo Galeote, Agustín González, Juan Iglesias, José María Benegas, etc. –, trazando un proyecto político preciso destinado a convertir el PSOE en el principal protagonista de la democratización de España, así como posibilitar su acceso a las responsabilidades de gobierno.
El peso de la organización retornó definitivamente al interior, contribuyendo a una eficaz coordinación de todas las fuerzas políticas de oposición democrática que preparaban una alternativa al régimen. El 20 de noviembre de 1975, murió Franco tras una larga agonía, siendo proclamado Juan Carlos de Borbón rey de España dos días más tarde.
El franquista Arias Navarro continuó unos meses al frente del gobierno hasta que en julio de 1976 se produjo el nombramiento del aperturista Adolfo Suárez, quien cumpliría un papel fundamental en el proceso pacífico de transición democrática. En el mes de diciembre, el PSOE, aún en la clandestinidad, decidió celebrar su XXVII Congreso en Madrid, en cuyo plenario los líderes internacionales invitados pronunciaron emotivas palabras. Sus resoluciones plantearon una estrategia de oposición democrática, exigiendo la amnistía general para los presos políticos, la legalización de partidos y sindicatos, la celebración de elecciones libres y el reconocimiento a la autonomía de las regiones de España; en definitiva, una Constitución democrática y abierta.
De esta manera, durante todo el proceso de la “transición democrática”, el PSOE se configuró nuevamente como uno de los principales artífices de un complejo y delicado proceso de democratización, que permitió llegar a las elecciones legislativas de junio de 1977 con un impulso renovado que hizo posible uno de los éxitos más importantes de su historia, obteniendo el 29,3 % de los votos. Ello fue debido a la adopción de una línea reformista que condujo a una serie de negociaciones y pactos, convirtiendo la transición democrática en un proceso político que mereció el reconocimiento y la admiración de todo el mundo.

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