“Reemplazando al Estado II”, por Francisco Estepa.

Francisco Estepa Vílchez.

Desde un punto de vista financiero, una de las principales diferencias entre un hospital público y otro privado, es que en el primero no hay que mirar los resultados económicos para repartir beneficios entre los accionistas, por lo que todo el presupuesto público que recibe va destinado a la prestación del servicio, mientras que en el segundo hay que destinar una parte de los ingresos a repartir beneficios entre sus accionistas.

Uno de los problemas con la sanidad privada, es cuando el Gobierno de turno facilita que sus ingresos aumenten a través de los Presupuestos Generales de la administración pública y en detrimento del sistema de público salud, al que se le recorta la financiación, como por ejemplo está ocurriendo en Andalucía con el Gobierno de PP y Ciudadanos. Recortar los presupuestos para la sanidad pública, es recortar derechos para quienes no que se puedan permitir acudir a la sanidad privada y se tienen que conformar con una sanidad pública debilitada, que además han de sostener los profesionales sanitarios con un esfuerzo y estrés adicionales.

La sanidad es uno de los pilares básicos de un Estado Social, con miles de millones de euros gestionados por las administraciones públicas y que a través de los Presupuestos Generales, pueden aumentar o reducirse cada año, dependiendo de la ideología de quien gobierne en ese momento, algo que el sector privado (y sus inversores) aprovecha y como nunca está satisfecho con los beneficios que obtiene, por ello compite con el sistema público de salud y busca la forma de reemplazar a las administraciones públicas como prestador de estos servicios básicos.

Hay quienes no quieren pagar impuestos para sostener el Estado del Bienestar y prefieren pagar un seguro médico privado para su familia o una universidad privada, algo que genera desigualdad de derechos y oportunidades entre la población y por eso es necesario un Estado Social que defienda y promueva la igualdad de derechos como la sanidad pública, gratuita y universal.

Por otra parte, ya sabemos lo que pasa cuando una empresa privada, como por ejemplo un banco, una constructora de autopistas o un hospital, va mal o echa el cerrojo… que tiene que venir el sector público a rescatarla o a hacerse cargo del servicio y de los costes sociales por la mala gestión, lo que me lleva a la conclusión de que es necesario recordar que todos los partidos políticos no son iguales, no dejarnos guiar sólo por la prensa y mirar sus diferencias en los Presupuestos Generales y en los Boletines Oficiales.

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