Para recordar. Los socialistas y los toros

Por Eusebio Lucía Olmos

(Publicado en “Publicoscopia” y “El Socialista Digital” el 17/01/15)

Leí hace unos días la noticia de que un centenar de cantantes famosos se ofrecen al alcalde de Tordesillas para actuar gratuitamente durante las fiestas del pueblo, a cambio de que acabe con la salvaje costumbre del lanceado del tristemente famoso Toro de la Vega. Se muestran dispuestos a celebrar un multitudinario concierto, que le reportaría al concejo sustanciales réditos directos e indirectos, acabando con la consabida barbaridad. Al parecer, el alcalde se ha mostrado dispuesto al diálogo, pero asegurando, ya de entrada, que no admite chantaje alguno, y que la tumultuaria persecución y asesinato del toro se seguirá celebrando. Asegura que el evento es un hecho “cultural” y no político, por venir siendo “trasversal” a la política a lo largo de sus más de quinientos años de historia. Que se note quién manda en Tordesillas.
Y uno se pregunta si tal edil no detenta la vara de mando como cabeza de lista de un determinado grupo político, que algo tendrá que decir ante tal despropósito. Por si así fuera, y si por medio de esta tejida red de comunicación se lo pudieseis hacer llegar al munícipe o sus responsables políticos, ahí os dejo totalmente documentada la doctrina que su partido – el PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL – mantuvo desde sus orígenes sobre la mal llamada “fiesta nacional”, con detalle de la oposición que mostró hacia ella desde siempre, tanto por el maltrato animal infringido a los involuntarios protagonistas, como por el gasto superfluo que para los exiguos salarios obreros suponía la adquisición de la entrada para acceder a cualquier espectáculo taurino.
Recordemos que el movimiento anti-taurino se organizó en España al entrar el siglo XX, sobre todo en Catalunya, muy unido a su nacionalismo, para extenderse enseguida al resto del país como postura moral o de clase, por parte del PSOE o de intelectuales liberales.
Ya hacia 1913 – 1915, y a pesar de su impopularidad, muestran su firme disposición anti-taurina el escritor socialista y republicano Eugenio Noel, el filósofo Miguel de Unamuno y el propio fundador del PSOE, Pablo Iglesias, quien afirmaba con rotundidad: “Nadie puede estar en las filas de la izquierda si está a favor del maltrato a los animales”. Recordemos que, en esa época, el moralizante Partido Socialista Obrero Español prohibía a sus afiliados el mal trato familiar, el juego y la bebida, así como su asistencia a festejos taurinos y boxísticos, lo que no le reportaba populares adhesiones precisamente. Incluso, cuenta Indalecio Prieto, quien siendo joven militó también en un círculo anti-taurino, que en su agrupación Socialista de Bilbao se tuvo que dar de baja un destacado miembro del partido – Félix Zabaleta -, por sus extremos gustos taurinos.
Siendo numerosas las citas anti taurinas provenientes de la organización socialista que podrían referenciarse, a pesar de su reconocida impopularidad, citaré las cuatro que, en mi opinión, pudieran ser más relevantes:
1.- “El Socialista” del 14 de octubre de 1913 publicaba en su portada, bajo el título de  “La vida de la prensa obrera. A propósito del caso del Daily Citizen”, un largo artículo en el que pasaba revista a los recursos económicos necesarios y su procedencia para mantener la prensa obrera europea. Cuando repasaba la situación de “El Socialista”, reconocía textualmente: “El no publicar revistas de toros detalladísimas, en noble odio contra la fiesta vergonzosa e innoble, sello de la barbarie nacional, le resta un número considerabilísimo de lectores que buscan en los periódicos eso que halaga sus aficiones incultas y brutales”.
2.- Parte de la pregunta que le formula el diputado Pablo Iglesias al ministro de la Gobernación, señor Sánchez Guerra, en la sesión parlamentaria de 9 de junio de 1914, así como la parte correspondiente de la respuesta:
El señor IGLESIAS POSSE: “…En Santisteban del Puerto, pueblo, si no me equivoco, de Jaén, sigue celebrándose el brutal espectáculo de las capeas. Recientemente las ha habido, como otros años. Sabe S.S. que eso lo condena y castiga la ley. Le ruego, pues, no ya que evite lo ocurrido, puesto que es inevitable, sino que procure impedir que uno y otro año se repitan esas capeas, desconociéndose la ley o burlándosela, y produciéndose las consecuencias que todos sabemos. En la última parece que ha habido uno o dos heridos…” (Concluye Iglesias su pregunta al ministro con la petición de que prohíba el juego clandestino, de cuya actividad en una larga serie de ciudades españolas le ha llegado noticia)
El señor ministro de la GOBERNACIÓN (señor Sánchez Guerra): “…Lo de las capeas. Una Real orden del señor Cierva las prohibió; esa Real orden ha sido reiterada por mí. Algún alcalde ha sido suspenso por faltar a esa Real orden y a la mía, con la que he reiterado las disposiciones que el señor Cierva oportunamente recordó, y recientemente (aún a costa de grandes esfuerzos, lo sabe S.S., porque muchas veces son los vecindarios los que desean que esa fiesta se celebre y los que repugnan que se falte a esa tradición) se ha logrado en algunos pueblos impedir ese espectáculo. Me enteraré del caso concreto a que se refiere S.S. y procederé conforme a mi deber”.
3.- Transcripción de la columna “COSAS” de “El Socialista” del lunes 5 de abril de 1915, que firma “Francisco José” – probablemente, Francisco José Feliú, redactor del periódico obrero –, respetando el estilo de la época:
“Ayer… Pascua de resurrección, primer domingo de abril, otro borrón más para la España que quiere figurar en el mundo, por tener derecho propio a ello.
No hubo población de importancia que se quedase sin toros; volvió a derramarse la sangre del lidiador sobre la arena, a la vista de miles de almas, sedientas de barbarie; se repitió el caso del que maltrata duramente a su mujer por no dejarle empeñar los colchones para poder asistir a la fiesta.
Los grandes rotativos volvieron a adornar sus planas con retratos de toreros, majas y suertes de lidia, y hubo para mayor afrenta un periódico, “Heraldo de Madrid”, que dedicó nueve columnas a los toros y setenta líneas a la guerra. Anoche vendió más que nunca.
Otro colega, que ofrendaba un homenaje a una figura de la Historia mundial, el general Joffre, y que tanto combate a la kultura alemana, inicia la sección taurina con un título a dos columnas, que titula: “Apertura del curso”.
¿Y para qué seguir presentando más botones? Todos los grandes periódicos le hicieron ayer y hoy el mismo acto benéfico al pueblo. Cuando esos periódicos aludidos lleguen a las redacciones de los grandes periódicos europeos, y sus redactores los lean para recibir impresiones de España, tendrán razón, al ver el ambiente que hasta ellos llega, de juzgarnos despreciativamente y dedicarnos severos y jocundos comentarios.
No es que yo crea que esos periódicos debían no hablar de toros, ¡no! Esos periódicos son de empresas mercantiles y tienen que defender su negocio; pero deben hacerlo con recato, sin perjuicio de lo más sagrado: el honor de la nación.
Después de lo hecho ayer, no cabe, queridos compañeros, todos más sapientes que yo, el hacer pomposos artículos en defensa y pro de nuestra grandeza. Ayer, en las trincheras que recorren Europa, resonaría un clarín, llevado allí por un eco misterioso, que no era el que invitaba a la paz ni a la guerra: era el clarín que ordenaba la salida del toro, para que después fuera glorificado por los rotativos”.
4.- Entre las propuestas presentadas al IV Congreso de su Federación, en noviembre de 1915, la sección madrileña de las Juventudes Socialistas llevaba la siguiente, que quedó posteriormente aprobada: “Que el Congreso se pronuncie en contra de los espectáculos denigrantes e incultos, tales como las corridas de toros, el boxeo, etc.”
¿No es ya suficiente, compañeros, para echar el telón a tan sanguinaria tradición, de igual modo que se hizo en su momento con el floreciente negocio de la esclavitud? ¿Quién estaría hoy en contra de la abolición de este comercio humano, que pervivió siglos y siglos en esta sociedad pretendidamente civilizada…?
Os aseguro que, si fuese yo un vecino tordesillano, me sentiría orgulloso de poder contarle a mi hijo que un día acabamos con esa cruel costumbre, aunque perdiésemos un puñado de votos, y hasta quizás el Ayuntamiento durante algún mandato, porque su padre es de los que aún defiende la honra sin barcos que los barcos sin honra.

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