¿Quién es Rutte?: el halcón que bloquea el fondo de recuperación

¿Quién es Rutte?: el halcón que bloquea el fondo de recuperación

Mark Rutte toma su bicicleta todas las mañanas para ir a su puesto de trabajo: es el primer ministro de Holanda. Aun así, da dos horas de clases a la semana en un instituto, probablemente para no perder el contacto con la realidad.

Vive en el mismo apartamento que tenía cuando acabó la carrera y usa un coche de segunda mano en sus desplazamientos particulares.

Estudió Historia y milita en la democracia-cristiana holandesa. Es el primer ministro de los Países Bajos desde hace 10 años. Convencido del neoliberalismo más recalcitrante es, sobre todo, un halcón de la austeridad. Está obsesionado con que los ahorros de los holandeses no debe servir para pagar las pensiones de España o la desorganización de Italia.

Exige que cualquier plan de financiación de los países menos ahorradores sea aprobado por unanimidad por el Consejo europeo. Esto supone un bloqueo permanente de la financiación. Entre otras razones porque Rutte es el líder de los halcones europeos: Dinamarca, Suecia, Finlandia, Austria y la propia Holanda.

Durante los meses de confinamiento le echaba la culpa a Italia y a España de no haber aprovechado la bonanza para hacer reformas estructurales, lo que viene a significar, la liberalización del mercado laboral o la privatización parcial de las pensiones. Sentó muy mal

Ahora nos echa en cara no haber tomado medidas cuando podíamos y ver las orejas al lobo cuando ya es tarde. Quiere que cualquier plan, insiste, se apruebe por unanimidad, lo cual supone, hay que repetirlo, un grave bloqueo.

Discute con precisión con el presidente del gobierno de Italia y de España. La mañana del sábado recibió, ni más ni menos, que a Macron y a Merkel, ambos señalándole lo exagerada de su posición. Estar a la derecha de Merkel ya es para nota.

Es un tipo con el que a cualquiera de nosotros le gustaría conversar, pero cuyas consecuencias de sus políticas pueden ser letales para la Unión.

Entre ahorrar hasta el vómito como en Holanda y construir 3 millones de pisos vacíos como en España, hay un punto intermedio: el sentido común.

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