Por Carolina Gutiérrez
(investigadora biomédica)
Hace algunos años ya que leí un artículo de Javier Sampedro, en el que preguntaba algo parecido a lo que yo les planteo con esta pregunta, pero él fue más directo y les decía a sus lectores que dibujasen a un investigador, a un científico.
El artículo, que aún pervive en mi memoria se titulada “Del Beagle al Eagle” y hacía referencia a que mucha gente se imaginaba a los investigadores solo recogiendo muestras en el campo (los de bota) y se olvidaban de los otros investigadores (los de bata). Y el título era muy acertado porque el Beagle fue el barco capitaneado por el joven Robert Fitz Roy en el que Darwin hizo su gran viaje a las Galápagos y que le permitió escribir El Origen de las Especies y el Eagle era el pub inglés en el que se juntaban James Watson y Francis Crick ( los descubridores del ADN junto con la gran y siempre olvidada Rosalind Franklin) y que marcó el origen de la biología molecular.
Si yo les pregunto hoy a ustedes, ¿qué es un investigador? no sé si tendrán en su mente uno de bota o uno de bata, lo que sí que espero es que tengan en estima el trabajo que llevan a cabo.
Yo soy científica de las de bata, aunque para gran parte de mi trabajo no la necesito; me paso horas y horas frente a un ordenador intentando diseñar una estrategia curativa, para una enfermedad hasta ahora incurable, que se pueda llevar a la práctica clínica.
Los científicos albergamos en nuestra mente la pasión y la ilusión por descubrir lo que antes nadie vio ni conoció. Podrían tacharnos de vanidosos, pero nada más lejos de la realidad. ¿Creen ustedes vanidosos a los investigadores que han vuelto a lograr esta semana en un Hospital de Sevilla, que un bebé nazca libre de una enfermedad genética?, ¿a Alexander Fleming?, primero en observar los efectos antibióticos de la penicilina (que tantos millones de vidas ha salvado)…Yo creo que son más bien héroes.
A veces pecamos de falta de comunicación con los ciudadanos de a pie que no entienden (ni tienen por qué entenderlo) nuestro complejo y rebuscado lenguaje y nuestros modelos a veces excesivamente teóricos. Pero yo les aseguro que con un poco de esfuerzo por ambas partes podremos entendernos a la perfección.
En la mente de un buen científico siempre debería estar el propósito de devolver a la sociedad lo que esta ha hecho por nosotros: formarnos. Por eso es una pena que los mejores cerebros tengan que emigrar y aplicar sus conocimientos en otros países.
Lo que es cierto es que tanto los grandes descubrimientos que nos han precedido, como los grandes logros que nos quedan por alcanzar, no son fruto del azar sino de la perseverancia y trabajo de muchos investigadores que consagran su vida a la ciencia sin esperar en gran parte de los casos nada a cambio.
“Todo hombre puede ser si se lo propone escultor de su propio cerebro”. Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina en 1903
Muy especilizado.