Vladimir Putin, presidente de Rusia, redobla el desafío en el marco de las respuestas rusas por las sanciones al país por la invasión de Ucrania.
Gazprom, empresa estatal de gas de Rusia, ha anunciado que no utilizará el gasoducto Yamal-Europa. Sus tuberías conectan, después de atravesar Polonia, con Alemania.
Moscú ha incluido a EuRoPol GAZ, la empresa que controla en Polonia estas instalaciones, en la lista negra de Putin.
Por tanto, Gazprom no puede utilizar más ese gasoducto. Es el resultado de las nuevas sanciones que, el pasado miércoles, Moscú ha impuesto en respuesta a las europeas por la invasión de Ucrania.
Dichas sanciones afectan a una treintena de empresas, entre ellas, varias europeas.
Precisamente, esta alianza entre la estatal rusa y la polaca PGNiG es una de las compañías sancionadas.
Asimismo, Rusia también ha ido cerrando el grifo del gas a una filial de Gazprom que Alemania ha nacionalizado: Gazprom Germania Gmbh.
Así lo ha confirmado Robert Habeck, ministro de economía alemán, quien ha señalado que el recorte supone unos 10 millones de metros cúbicos diarios. Es decir, el 3% del total del suministro.
Para Habeck el recorte y cese de suministro no representa un gran cambio a efectos prácticos. No obstante, admitió que el suministro energético ha pasado a convertirse en “un arma” al servicio de Putin.
Tal es así que Moscú anunció en abril que dejaría de suministrar gas a Polonia y Bulgaria por negarse a pagar el gas en rublos.
Sin embargo, el gas no está, de momento, entre los objetivos de las sanciones de la Unión Europea, no así el petróleo.
La Comisión Europea propuso a los Veintisiete el embargo total al crudo ruso, una medida a la que, por ahora, se oponen países como Hungría.
En el fondo, todos están de acuerdo con la medida, pero el país que gobierna Viktor Orbán, y Eslovaquia ponen pegas por su alta dependencia. Al fin y al cabo, piden una moratoria en sus casos.