Una vez que se ha conocido que en el primer trimestre el PIB avanzó un 0,5% y que en el último año lo hizo hasta el 3,8%, el Gobierno mantiene su previsión de crecimiento en el 2,1% para este año y en el 2,4% para 2024.
Todo ello, pese al escenario internacional, el endurecimiento de las políticas monetarias, las tensiones financieras y la incertidumbre geopolítica y energética.
Así, el Ejecutivo ha enviado a Bruselas el Programa de Estabilidad y el Plan Nacional de Reformas. Contiene las nuevas perspectivas macroeconómicas y fiscales para 2023-2026.
Además, incorpora un escenario “prudente” que ha recibido el aval de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).
De este modo, el Gobierno sostiene que España liderará el crecimiento económico de las grandes economías del euro por tercer año consecutivo.
Se apoya en el impulso del dinamismo del empleo, la demanda interna, la inversión y el incremento de las exportaciones.
Asimismo, el Plan de Recuperación contribuirá al crecimiento en 2023 con la mitad, moderando el impacto en otros países del entorno.
Dicho esto, la previsiones de crecimiento del PIB están por encima de lo que organismos nacionales e internacionales estiman.
Es el caso del Banco de España o la AIReF, que prevén una expansión en 2023 del 1,6%. Igualmente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que el crecimiento este año del PIB será del 1,5%.
Con todo, el nuevo cuadro macroeconómico estima que será la demanda interna el motor de la expansión de la economía. Sobre todo, por el consumo privado y por la evolución positiva del empleo.
Respecto a las subidas de tipos de interés y su impacto en 2023 y 2024, el Ejecutivo cree que varios factores limitarán sus efectos.
Por un lado, la fuerte reducción de la deuda neta de las familias y las empresas aliviará la reducción de renta.
De otro, el exceso de liquidez de los balances de empresas y hogares pondrá límites a la sustitución de consumo e inversión por ahorro.