Arranca el curso político y Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, se ha fijado como objetivo alcanzar la independencia antes de 2030. Lejos de su habitual discurso más prudente, el president se atrevió a poner fecha a las aspiraciones secesionistas.
Así lo hizo en una entrevista en TV3. Auguró que para ese año, en que Barcelona-Pirineos aspira a celebrar los Juegos Olímpicos, Cataluña participará bajo su propia bandera.
No obstante, el presidente de la Generalitat impondrá un ritmo más pausado que sus socios en el Govern, Junts, o los radicales de la CUP. Estas formaciones optan por una independencia más temprana, otro referéndum unilateral, si se puede, antes de dos años y la amnistía.
Ese es el plazo que se ha dado para que evolucione la Mesa de diálogo, cuya primera reunión tendrá lugar a primeros de setiembre. Un encuentro al que ERC exige que Pedro Sánchez esté presente.
Y es que, Aragonès afirmó que la independencia no es “sine die”. “No se trata de dejar la independencia hasta dentro de diez años ni decir que cualquier propuesta de desarrollo económico hace que renunciamos a la lucha por ese objetivo”, señaló.
Unas palabras de presión cuando en unos días arrancará esa Mesa de diálogo en la que los republicanos catalanes se juegan su credibilidad. Porque, a juicio del presidente de la Generalitat, el Gobierno de Sánchez parece no estar implicándose demasiado.
“Todo saltará por los aires”, asegura el presidente de la Generalitat
A tal punto apuestan por redoblar las presiones sobre el Ejecutivo central que el propio Aragonès advirtió que, si Moncloa incumple su pacto de la Mesa, “todo saltará por los aires”. Por tanto, amenaza con bloquear la legislatura e incluso hacer caer al Gobierno.
Lo harán aprovechando que comienzan las negociaciones para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Además, el Ejecutivo de Sánchez necesitará del apoyo de los republicanos para sacar adelante las reformas que exige Bruselas para que España reciba los fondos.
PP y Ciudadanos no están por la labor, por lo que El Gobierno necesitará recurrir de nuevo a la mayoría parlamentaria de la investidura.
A su vez, ERC necesita estabilidad en el Govern, por lo que tendrán que mantener un cierto equilibrio con Junts y cortejar a la CUP. Los votos cupaires son cruciales para sacar adelante, entre otras cosas, las propias Cuentas de la Generalitat.