Pánico en London Town

Pánico en la ciudad de Londres

El eje neurálgico de Gran Bretaña, Londres, ha entrado en pánico desde la aparición de una nueva cepa de coronavirus más rápida en su expansión. Pero no sólo por eso. También por el aislamiento total al que ha quedado sometida. Londres y el sureste de Reino Unido están completamente cerrados.

Más de 40 países en todo el mundo han prohibido las llegadas por tierra, mar y aire de viajeros procedentes de Reino Unido. Ni siquiera Irlanda lo permite. Y habrá más. Tampoco llegan vuelos desde España, Francia, Italia… Londres ha entrado en pánico y su Bolsa se desploma. Como las de toda Europa.

Además, al no alcanzarse un acuerdo con la Unión Europea antes del 1 de enero, toda Gran Bretaña queda a merced de su propia voluntad y también a la deriva de ella. En esta ocasión no hace más que traer deuda y aislamiento.

El Brexit ya no es tan estupendo como una exigua mayoría decidió en referéndum. El divorcio con la UE les impedirá viajar libremente a los Veintisiete países del bloque comunitario. Tampoco podrán residir ni trabajar en ellos, ni comprar sus productos sin aranceles, ni exportar los suyos.

Boris Johnson, primer ministro británico, se empeña en vender la salida como un triunfo al recuperar el control, como dice, “sobre nuestras leyes y fronteras”.

Londres suscribe un acuerdo que levanta barreras por primera vez en cien años

Sin embargo, la realidad es otra. Reino Unido tendrá que salir solo de la crisis, sin ayudas europeas, por sus propios medios ante un escenario de caída del crecimiento económico. Por primera vez en su historia, Londres va a estampar su firma en un acuerdo que levanta barreras en vez de bajarlas o eliminarlas.

En política y relaciones internacionales, no podrá tener acceso total a la inteligencia de la UE, al programa espacial Galileo. Subirán los precios, aumentarán las colas en los controles de los aeropuertos. Ha dicho adiós a los Erasmus.

Entretanto, los contagios se disparan. Casi 36.000 ayer. Johnson ha llegado tarde a todo o casi todo. Mientras anunciaba a bombo y platillo la relajación de medidas restrictivas durante los cinco días navideños, el viernes tuvo que recular y limitar la relajación a 24 horas.

Su sector de ocio y servicios, sobre todo en Londres, se hunde. Esperaban salvar parte del año con la Navidad. Ahora, ni eso. El pesimismo invade cada rincón y el pánico está a flor de piel.

El éxodo de londinenses saliendo de la capital para huir del confinamiento y pasar unos días de cierta despreocupación se ha convertido en un temor sin parangón.

Ya sólo le falta a Reino Unido que el independentismo termine de dar la puntilla. Un reciente sondeo de The Scotsman revela que los partidarios de la independencia de Escocia suman ya el 58% y subiendo.

La pesca ha sido, y es, uno de los principales escollos para alcanzar un acuerdo comercial, pese a que su peso en la economía británica es residual. Pero eso sí, recuperan la completa soberanía de sus aguas, todo un símbolo… Una nueva cepa de coronavirus, un Brexit mal gestionado. El Continente está aislado, siempre dicen.

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