No veré el Boca-River

No veré el Boca-River

Por Nico Ferrando.
Antes que la afición por un equipo de fútbol está el respeto a los derechos humanos. Sobre esta premisa en la que he basado mi vida y que me ha llevado a defender eso, incluso, judicialmente, me niego a ver este partido de fútbol puesto que es un espectáculo teñido de sangre. Lo que pasó no puede quedar en nada y tiene que tener consecuencias. Para mí, personalmente, es la ignorancia la postura correcta y, si me apuran un poco, el boicot.

Soy argentino y resido en Madrid hace más de 15 años y me niego a que mi ciudad -porque es mi ciudad- acoja un evento que creo que no se debe producir. De hecho, ya he señalado que se debería declarar desierto o vacante el trofeo de la Libertadores 2018. Ninguno de los dos equipos tiene mérito para competir en un campeonato de estas características. Y además, tiene que haber penalizaciones severas para que estos hechos lamentables y contrarios al sentido común se vuelvan a producir. Mi abogado, Txelu Soldevilla, ha planteado el cierre de los estadios por una buena temporada para ambos bandos. Estoy de acuerdo y creo que hay que ir todavía más allá. Tolerancia cero contra la violencia.

Me opongo rotundamente a que la Castellana, principal vía de Madrid, Villa que amo y de la que he escrito más de una decena de libros, sea el epicentro del partido de la vergüenza y de la indignidad. No podemos ser condescendientes con este tipo de tropelías que dejan impunes acciones que deben ser punibles. Rechazó categóricamente que la Gran Vía, la Puerta del Sol y el Paseo del Prado se conviertan en escenarios de una posible barbarie. Y cada vez que lo pienso me ratifico más en mi emigración o exilio, llámenle como quieran. No estoy a gusto y jamás voy a estar a gusto en un sitio que se usan las piedras y las armas en vez de la palabra. Que se lo hagan mirar y todo esto explica los pésimos gobiernos que ha tenido mi país de nacimiento al que ya percibo lejano y distante, como si de otro mundo se tratase aunque me niego a renegar de él. Cada uno que asuma su responsabilidad.

Ya da igual si uno es de Boca o River. El primero tiene una hermosa historia relacionada con los inmigrantes que se aglutinaron cerca del puerto y el segundo una inconfundible marca en el barrio porteño de Núñez. Ambos han denigrado la imagen de Argentina. Escuchaba una entrevista con Oscar Ruggeri en la que establecía como normal que unos hinchas le quemaran la casa o le amenacen. ¿Pero cómo pueden suceder estas cosas? ¡Qué país de locos!

No veré este clásico que para mí no es histórico. Es antiestético, patético e inerte.¡ Qué mal tiene que estar Argentina para que el Bernabéu tenga que abrir sus puertas porque no, no son capaces de organizarlo allí! Y no digo más porque mi enojo es inmenso porque cada minuto de su desarrollo es una falta de respeto a cualquiera con dos dedos de frente aunque, claro está, muchos en Argentina carecen de esa virtud esencial del ser humano.

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