El Jefe del Estado Mayor de la Defensa de los Estados Unidos ya sabe a qué atenerse. Nancy Pelosi, la presidente del Congreso, le ha exigido que limite al presidente saliente de la Unión, Donald Trump, el acceso a la utilización de armas nucleares.
Una cuestión sin precedentes que coloca a las Fuerzas Armadas en una delicada situación: ¿a quién hacer caso? No parece que el general Mark Milley pueda recibir órdenes directas de la presidencia del Poder Legislativo y sí, paradójicamente, de Donald Trump.
En ese sentido, el histriónico presidente tiene los códigos de las armas nucleares que, según Nancy Pelosi, son un peligro para la integridad de Estados Unidos.
El pueblo americano, empero, confía en el sentido común de Milley. Así, que razonablemente Trump no pueda cometer ninguna locura más en su polémico y peligroso mandato.
La conversación de Pelosi con Milley ha tenido que ser histórica. Los dos saben que, según la ley, el comandante en jefe del Ejército de los Estados Unidos sigue siendo Donald Trump.
Quizás por eso la presidente del Congreso ha demando la dimisión de Trump. Si no lo hace, ha pedido a los republicanos que se unan a los demócratas para destituir de forma inmediata al presidente de la Unión. Un impeachment exprés para salvaguardar la seguridad nacional.
En ese sentido Pelosi ha recordado la dimisión de Nixon por hechos quizás menos graves que los que ha protagonizado Trump tras la invasión del Capitolio.
No parece sin embargo que los republicanos estén por la labor. Su portavoz, Kevin McCarthy ha reconocido que las advertencias de Pelosi forman parte más de una venganza que de una posición prudente. Según el republicano, “un impeachment dividiría aún más a la población”.
Lo cierto y verdad es que la rueda de prensa de Pelosi ha sido histórica. Reclamar al Ejército desde el Poder Legislativo restringir el acceso del comandante en jefe, presidente de la Unión, a las armas nucleares y a los códigos de lanzamiento.
La decisión razonada e inteligente en mi opinión, no debe pasar por intentar que alguien con el «poder absoluto» en el control de las armas nucleares no lo pueda ejercer en su caso porque el segundo en esa escala (el jefe del estado mayor de la defensa) pueda impedírselo sin más, entre otras cuestiones porque, ¿ impedir que alguien con el poder absoluto pueda llevar a cabo una acción que ponga en peligro al país e incluso al mundo entero? ¿ Y si esa segunda persona en la escala de mando estuviera dispuesto a hacer lo mismo?
La decisión de evitar que el presidente pueda llevar a cabo una acción tan irresponsable y peligrosa como la llevada a cabo en la convocatoria del asalto al Senado de aquí a que definitivamente deje de ser Presidente, debería pasar por que una mayoría del Senado lo inhabilite a través de invocar la vigésimo quinta enmienda, como mecanismo urgente para la sucesión de un Presidente, en la cual se contemplan supuestos entre otros como la consideración de incapacitado al mismo en acciones como la llevada a cabo.
Dicho mecanismo, además de contemplar las garantías y motivos para la sucesión demostraría la capacidad de la democracia como el máximo exponente y garante de los derechos de todos los ciudadanos, cualquier otro mecanismo como el de impedir por otro cargo la capacidad de decisiones, se interpretaría por una buena parte de la población como una maniobra de conspiración, además de victimizar a un personaje que ha demostrado no estar a la altura de dirigir una sociedad en democracia, seguramente elentaría graves altercados y una auténtica fractura en la población de ése País. La decisión la puede y la debe tomar el Senado en mayoría antes del día 20 de Enero para evitar así una posible acción parecida a la del asalto al poder que representa el pueblo.