“Municipalismo: la política real”, por Isabel Viña.

Isabel Viña.

Estamos la ciudadanía escasos, o casi vacíos, de la presencia, interés y responsabilidad de nuestros gobernantes hacia nuestras verdaderas preocupaciones. A todos los diputados y diputadas les vendría bien una lección de municipalismo, de la cercanía con las necesidades reales de la ciudadanía, la cercanía de lo que realmente ocurre en la calle.

Si no somos conscientes de ello, si no practicamos un gesto humilde y de generosidad auténtica, si no rescatamos el espíritu de servicio público, si no miramos alrededor, difícilmente se está cerca de la calle. Trabajo y vivo en el mundo rural, dediqué 12 años de mi vida al servicio público como concejal, y estoy convencida de una cosa: la labor de un concejal o concejala, alcalde o alcaldesa (en general), en poblaciones pequeñas, es digno de reconocimiento y respeto.

El interés general, es lo que mueve normalmente los ayuntamientos en el mundo rural. Debería ser de obligado cumplimiento para cualquier otro cargo superior un curso intensivo de municipalismo, empaparse en él y ver cómo en este mundo la política se hace directamente a pie de calle, dando la mano al ciudadano y sentándose a hablar con él. Escuchando e intentando solucionar los problemas de los vecinos, en pequeñas poblaciones, a algunos y algunas ediles les toca realizar labores de consejeros, confidentes, electricistas, jardineros… en poblaciones donde el presupuesto es tan escaso que, en ocasiones, hasta pagar la luz del alumbrado público es una quimera.

Es este municipalismo, es esta forma de hacer política, la que te reconcilia con los ciudadanos; es la que deberían de tener el resto de las más altas esferas políticas. Sería una cura de humildad, de servidores de lo público, con respeto a lo público, con los bolsillos de cristal (como decía Tierno Galván), donde un desfase en los presupuestos de 500 euros supone una intervención de la institución superior (diputación o comunidad autónoma), que resulta totalmente indignante, cuando hay que ir a pelear porque lleguen unos euros más a sus pueblos.

La pelea, la lucha y el esfuerzo de los ediles es constante, llamando a todas las puertas que sean necesarias, para conseguir el poco dinero que se les concede. De ello depende el jardín, asfaltado de calles y arreglo del patrimonio, Patrimonio del cual es propietaria la iglesia, pero es esta la que no lo mantiene, no, es el Ayuntamiento y la comunidad autónoma la que suelta sus dineros, y a la cual debería de revertir la propiedad, ya que son estas instituciones quienes lo mantienen.

En definitiva, cada vez más competencias a los ayuntamientos, eso sí, les llega menos dinero para cubrir esas competencias. No podemos olvidar el abandono tan atroz que está sufriendo el mundo rural, cómo la población merma a pasos agigantados, al igual que los servicios (sanidad y educación) van en picado. Existen pequeños pueblos donde el médico va cada dos días, donde mantener una tienda de comestibles abierta es una osadía, donde los hospitales comarcales, en plena intervención de cirugía menor, se quedan sin anestesia efectuando a lo último de proceso la operación en vivo.

Esta cura, esta experiencia y esta fase deberían ser de obligado cumplimiento para todos los altos cargos.

Decía Eisenhower que la política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano, pero yo también creo que toda persona que quiera dedicarse al honorable trabajo del servicio público (política), debería dedicarse a tiempo completo a la ciudadanía. Siempre pensé que no es digno demandar a otras personas aquel que no es mejor que ellos. Las actitudes en las que se basan nuestros gobernantes, no están a la mano del ciudadano, y cuando un gobernante no escucha a los ciudadanos, pierde el honor de llamarse servidor de lo público.

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