Este jueves, Rusia ha acusado a Estados Unidos de estar detrás del ataque al Kremlin con drones que se perpetró el miércoles, supuestamente, para asesinar a Vladimir Putin, presidente ruso.
Además de calificar como “ridículas” las declaraciones de Ucrania desvinculándose del ataque, ha mirado a Washington como el ordenante del ataque.
En palabras de Dimitri Peskov, portavoz del gobierno ruso, “estas decisiones, la definición de objetivos y medios, todo es dictado a Kiev desde Washington. Somos muy conscientes de ello”.
Una acusación a la que ha añadido la advertencia de que los sistemas de defensa antiaérea serán “reforzados” en la zona.
Asimismo, remarcó la tranquilidad con la que Putin vivió el incidente. “En momentos difíciles y en situaciones extremas, el presidente siempre mantiene la calma. Es claro en sus valoraciones y en las órdenes que da”, subrayó.
A su vez, destacó que Moscú responderá al ataque al Kremlin “de forma equilibrada”, “en línea con los intereses del país”.
“Rusia se reserva el derecho de adoptar medidas en respuesta donde y cuando considere apropiado”, sentenció Peskov.
Siguiendo esa misma línea ha ido la condena del suceso por parte del Ministerio de Defensa ruso. “No hay duda de que el régimen de Kiev está detrás”, asegura.
En ese sentido, sostiene que Ucrania “ha apoyado desde hace mucho métodos terroristas contra infraestructura civil y población civil”.
Hacía alusión al ataque el 8 de octubre de 2022 contra el puente de Kerch, un enclave fundamental para la conexión de Rusia con Crimea.
También acusa a Kiev de ataques a objetivos “no militares en las regiones de Briansk, Belgorod y Rostov, múltiples sabotajes y ahora Moscú”.
“Las actividades terroristas y de sabotaje de las Fuerzas Armadas de Ucrania están ganando un impulso sin precedentes”, señala en un comunicado en su web.
Nadie cree que EEUU esté detrás del ataque al Kremlin
A renglón seguido, advierte de que “estos crímenes no quedarán sin respuesta”. A los responsables, añade “les espera un castigo duro e inevitable”.
Lo cierto es que ningún experto occidental cree que Estados Unidos o la propia Ucrania, por extraño que parezca, estén interesados en asesinar a Putin.
Los primeros, explican, porque la incógnita es quién tomaría el relevo, que podría ser peor que el actual presidente ruso.
De hecho, cubriría de negras nubes un escenario con un Ejército con máxima capacidad nuclear que podría quedar en manos de un dirigente descontrolado.
Por tanto, Washington no querría un desenlace en esos términos, a que, además, alejaría por completo toda posibilidad de una solución política a la guerra.
Los segundos, Ucrania, porque no llevaría un ataque al Kremlin sin el consentimiento y la complicidad de su máximo apoyo en Occidente.
En consecuencia, y por idénticos motivos, no acometería un ataque directo a la cabeza del Estado ruso.
Hay quienes apuntan a que podría tratarse de un grupo de disidentes rusos, aunque hasta ahora nadie ha reivindicado la autoría.
Otros piensan que podría ser, efectivamente, un grupo de ucranianos sin control control que han querido dar un golpe de efecto para elevar la moral. A ese respecto, lo cierto es que el dron que estalla lo hizo en el mástil de la bandera rusa.
Asimismo, podría pensarse en una acción perpetrada internamente por altos dirigentes u oligarcas rusos, pero en ese sentido, Putin tiene bastante controlados todos los movimientos.
Por último, la Inteligencia británica señala que podría tratarse de un ataque de falsa bandera. Es decir, organizado por el propio Moscú para justificar una escalada bélica, por ejemplo.