Si hace una semana Pfizer y BioNTech anunciaban que su vacuna tenía más de un 90% de eficacia, ahora Moderna dice que su candidata tiene el 94,5%. Así lo confirma una revisión independiente tras analizar los resultados y después de haber contagiado a 95 pacientes en el estudio en fase 3.
De estos voluntarios, 90 recibieron el placebo, mientras que cinco sí recibieron el compuesto. Hace meses previeron un registro mucho menor, situando la eficacia de la vacuna en niveles parecidos a la de Pfizer.
Moderna anunciaba estos resultados en un comunicado en el que también precisaba que la mayoría de los participantes toleraron bien la vacuna. Algunos sufrieron efectos secundarios, como fatiga, en el 9,7% de los casos, dolor muscular (8,9%), dolor de las articulaciones (5,2%) y dolor de cabeza (4,5%).
Asimismo, de los 95 contagiados, en 11 de los casos la enfermedad terminó siendo grave. No obstante, todos ellos estaban dentro del grupo que recibió el placebo.
Según los datos aportados en el comunicado, la respuesta fue buena en términos de eficacia y de seguridad. Quince los participantes son mayores de 65 años y 20 de los voluntarios pertenecen algún tipo de minoría, como hispanos (12), afroamericanos (4), asiáticos (3) y multirracial (1).
Moderna pedirá una autorización de emergencia
“En las próximas semanas” el gigante biotecnológico pedirá una autorización de emergencia a la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA). Lo mismo hará a otras agencias internacionales.
Por otra parte, el regulador suizo Swissmedic se ha encargado de analizar los resultados. Participaron más de 30.000 voluntarios. Su aprobación era el último paso antes de solicitar la autorización definitiva.
La FDA sólo considera la aprobación si se supera el umbral del 50% de efectividad, si bien, ante la urgencia de la epidemia, el porcentaje se ha rebajado. La Unión Europea todavía no ha fijado el umbral mínimo, pero anunció que se estudiará caso a caso.
La candidata a vacuna de Moderna, igual que la de Pfizer-BionTech, utiliza la novedosa técnica de emplear el ARNm (ARN mensajero), que proporciona la información e instrucciones para que el organismo sea capaz de producir el antígeno.